La mayoría no cuenta con una pensión del IMSS o el ISSSTE, muchos ni con el apoyo económico de sus hijos.
¿Por qué tengo que trabajar?, ¡Porque necesitó comer y porque quiero sentirme útil¡, respondió doña Marielena García, de 72 años de edad, quien trabaja como empacadora voluntaria en un Super Mercado de la ciudad.
Ella junto a un grupo de 14 adultos mayores les correspondía el turno de la mañana, y antes de comenzar a empacar los artículos, se reúnen y se ponen de acuerdo para repartirse cajas.
Son las 7.30 de la mañana y ya están listos.
De pronto se abren cajas y de inmediato se colocan en cada espacio para empacar los productos y artículos.
A la plática se sumó Pedro, un trabajador de muchos años como expendedor de gasolinas, que es quién lleva el control.
Son la base de su familia. En el ocaso de sus vidas, los adultos mayores, son un verdadero ejemplo para las nuevas generaciones.
Así como me ves hijo, sigo pagando la luz, el agua y todavía tengo que comer, así que necesitamos el trabajo.
En la plática confiesa que no puede dejar d trabajar porque tiene que alimentar a su familia.
El dinero que les dan los clientes en supermercados, lo usan para comprar alimentos y llevarla a casa.
Ante la falta de empleos, por su edad, buscan trabajo como empacadores voluntarios en centros comerciales.
Ni la pandemia los venció. De los 20 empacadores que laboraban en ese Supermercado, cuatro perecieron por el COVID -19.“Fue difícil. Tuvimos que descansar casi 14 meses. Simplemente nos dijeron que fuéramos a casa y que nos cuidáramos”, recuerda doña Mariaelena.
Aún utilizan cubre bocas cuando están frente a cajas, por su protección, recordando que fueron los adultos mayores quienes más sufrieron con el virus, hubo más decesos en este sector poblacional.
Les llega la ayuda necesaria. Uno de los beneficios que reciben viene desde el DIF Municipal, que los ayuda a encontrar trabajo en estos Centros como HEB, Mirador, Súper Gutiérrez y Soriana.
Son 180 adultos mayores colocados en estos Centros.
“Se les apoya para que puedan salir adelante, para tener dinero y poder hacer sus pagos.“Verdaderamente son personas maravillosas con mucha actitud, que quieren sentirse útiles. Ellos se ayudan solos”, confiesa emocionada la directora Alejandra González.
Necesitan copia de servicios de su casa como agua, tener 60 años o más y su credencial o un documento con fotografía.
Cada empacador es trasladado hasta el Centro que lo solicita y a ganar dinero.
Un bálsamo la pensión. El grupo de empacadores, se turna en cada caja, y tras una jornada corta cumplen orgullosos su turno.
En promedio cada persona gana arriba de 300 pesos por turno, pero a veces superan los 600 pesos diarios y mucho más.
La mayoría no cuenta con una pensión del IMSS o el ISSSTE, muchos ni con el apoyo económico de sus hijos.
Así que la pensión del Adulto Mayor les llegó como “un regalo del cielo”.
“Imagínate, quién te da 3 mil pesos por mes o 6 mil cada dos meses. Así que ponle allí que fue un regalo de Dios”, solicita Mariaelenea
¿Porqué “cerillitos”?. Hace muchos años eran jóvenes sin trabajo o estudiantes, quienes realizaban estas tareas.
El sobrenombre fue porque siempre están al lado de las cajas.