'Cerillitos' son un gran ejemplo de trabajo y resiliencia a su edad

Aproximadamente un grupo de 180 adultos mayores se ganan honradamente su dinero como empacadores en supermercados, para llevar comida a sus casas y sentirse como personas útiles en el ocaso de su vida.

La dedicación incansable de doña Marielena García, de 72 años, es un ejemplo viviente de resiliencia y determinación. 

A pesar de su edad avanzada, ella se levanta con el sol cada mañana para desempeñar su labor como empacadora voluntaria en un supermercado de la ciudad. Junto a un grupo de otros 14 adultos mayores, todos con historias de vida igualmente fascinantes, ella forma parte de un equipo que se ha convertido en una parte vital del entramado social y económico de la comunidad de Piedras Negras, Coahuila.

El día comienza temprano para ellos. A las 7 de la mañana ya están reunidos, listos para asumir su turno matutino. Antes de comenzar a empacar los productos, se organizan meticulosamente, distribuyéndose las cajas y planificando la jornada. Es un ritual que han perfeccionado con el tiempo y que refleja su compromiso y profesionalismo inquebrantables. Cuando las puertas del supermercado se abren, ellos están preparados. Con una sonrisa en el rostro y un espíritu incansable, se colocan en sus respectivas estaciones y comienzan a empacar los productos con destreza y eficiencia. Es un trabajo físicamente exigente, pero lo hacen con gracia y determinación, demostrando una vez más que la edad no es un obstáculo para el trabajo arduo y la dedicación.
Entre ellos se encuentra don Pedro, un trabajador experimentado que lleva el control de los turnos con mano firme y sabia. Su presencia es reconfortante para el grupo, y su experiencia es inestimable en momentos de necesidad. 
Con su liderazgo, el equipo funciona como un reloj, cumpliendo sus responsabilidades con diligencia y profesionalismo. Para estos adultos mayores, el trabajo va más allá de la mera necesidad económica. Es una forma de sentirse útiles y valorados, de contribuir al bienestar de sus familias y de la comunidad en general. A pesar de los desafíos y obstáculos que han enfrentado en la vida, siguen adelante con determinación y coraje, inspirando a todos los que tienen el privilegio de conocerlos.
La pandemia de COVID-19 ha sido un desafío particularmente difícil para ellos. Recordar los momentos difíciles cuando tuvieron que dejar de trabajar durante casi 14 meses es un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de valorar cada momento. Aun así, han perseverado, adaptándose a las nuevas normas y protocolos de seguridad y demostrando una vez más su resiliencia y fortaleza ante la adversidad. Para muchos de ellos, la pensión del Adulto Mayor es un salvavidas. Les permite cubrir gastos básicos y mantener un nivel de vida digno en sus años dorados. Es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos y adversidades, siempre hay esperanza y ayuda disponible para aquellos que la necesitan.

Testimonio. En resumen, la historia de doña Marielena y sus compañeros empacadores es un testimonio conmovedor de la fuerza del espíritu humano y la importancia del trabajo duro y la dedicación. Son más que simples trabajadores; son pilares de su comunidad y un ejemplo para las generaciones venideras. Su compromiso con su labor va más allá de la mera realización de un trabajo; es una manifestación de su profundo sentido de propósito y contribución a la sociedad. A través de su perseverancia y dedicación, han demostrado que la edad no define los límites de lo que se puede lograr. Su ejemplo inspira a todos a valorar el trabajo arduo, la determinación y la importancia de mantenerse activos y comprometidos, sin importar las circunstancias. En un mundo donde a menudo se valora la juventud y la rapidez, ellos nos recuerdan la sabiduría y la fortaleza que vienen con la experiencia y la dedicación. Su legado perdurará como un faro de esperanza y inspiración para las generaciones futuras.

 

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