No se necesitan estudios para destacar en tu comunidad, y don Pedro es uno de ellos.
Tiene 78 años y 61 años, de ellos los ha dedicado a la elaboración de tortillas de maíz y de harina en su querido Piedras Negras, donde dice, le tocó “la mala fortuna de beber agua del río Bravo y aquí sed quedó para siempre”.
Se trata de don Pedro Lezama, una persona de mucha sencillez, práctico al expresarse, de buen corazón y siempre alegre.
Es un personaje sumamente conocido en la ciudad, y una “joya”viviente de la historia del Piedras Negras de los años gloriosos y de la modernidad.
Asegura que la vida le ha dado la oportunidad de ser feliz con su familia. No se necesitan estudios para destacar en tu comunidad, y don Pedro es uno de ellos.
¿Cómo comenzó su vida como tortillero?
“Ahora soy productor de la Masa”, responde orgulloso, "tortillero era antes"
“Trabaje 17 años en una tortillería, y 44 años como patrón.
Ahora soy el dueño de la Espiga de Oro”.
Fue en la década de los 70s, 8os, 90,s, el negocio más importante de toda la ciudad.
Era un paso obligado llegar por la tortilla caliente.
¿Dónde nació Don Pedro?
“En Guanajuato. Me trajeron mis padres a esta ciudad y aquí vivo todavía, no me he ido.
“Aquí me casé y aquí me voy a morir, no tengo ganas de regresar a mi tierra, ya casi no hay nadie, a lo mejor no me conocen”.
Don Pedro llegó a Piedras Negras a la edad de 17 años y seis décadas después sigue aquí.
¿Ha sido difícil su vida como tortillero?
“Ultimamente se ha complicado, en el pasado era mejor habíamos pocos tortilleros y no tantos Supermercados
“Ahora hay más competencia. NO se puede competir contra un gigante que vende más barato el kilo de tortilla, pero que tiene miles de productos para soportar ese precio”.
¿Es la única competencia?
“Ahora hay tortillas pero sin etiqueta , no sa-bemos quién las fabrica, no hay nombres, no cuentan con una dirección, no trae nada. A lo mejor no tanto de maíz, pero no deja de ser competencia”.
Se refería a las tortillas que se fabrican en casas.
Pero acepta que “el sol sale para todos”.
¿Cuál es su gasto mayor?
“Todos son gastos. Primero la tonelada de harina de maíz y trigo, luego tienes que pagar los salarios , que ahora subió mucho, pero son necesarios para los trabajadores y sus familias.
“Después, pagas los servicios como luz, agua, gasolinas. Y primero que nada los impuestos. Es mucho oiga, y ya ni cuenta hacemos”.
Su tortillería está enclavada en el Centro Histórico, pero como está disminuyendo el número de personas en los alrededores, la venta se complica.
¿Que cambió?
“Antes era bonito el centro y todavía lo es, pero de la Allende para allá, y de ahí a la Fuentes se acabó, todos los negocios están cerrados.
Se acabó la vida bonita de la Zaragoza.
Cierto, tenemos un Centro Histórico muy bonito, pero no llega hasta las Fuentes.
En su negocio llegaban a comprar presidentes, administradores de la Aduana, restaurantes lujosos y muchos turistas texanos.
¿Está orgulloso de su profesión, de lo que ha sido su vida?
"No me arrepiento ni un tantito, no soy bonito, pero tampoco feo. Me he ganado el cariño de mucha gente por mi forma de ser y de pensar.
"Si, soy muy feliz, porque tengo una familia hermosa y mucha gente que me respeta".
¿Cree en Dios en otra vida?
"Seguro, tener fe siempre ayuda en todo, y lo recomiendo a la gente, a que tenga esperanza.
"Vayan a la Iglesia, a la que prefieran. Lo importante es estar bien con uno mismo y con el prójimo".
Y remata: "Si Dios me da otra vida, la que quiero vivir igual. No le hace que mi chamba sea más de velador, porque empiezo a trabajar temprano para que la tortilla esté tempra