El Girona sufrió en el Santiago Bernabéu su primera derrota liguera como visitante, y aplastado sin piedad por el Real Madrid, empezó a despedirse de su sueño de conquistar el título de LaLiga.
El Real Madrid, el único equipo capaz de derrotarlo (dos veces) en esta mágica temporada, se disparó para aventajar en cinco puntos al Girona, que son seis si se atiende al goal-average, y si se atiende a la lógica más racional al bravo equipo catalán se le abre un nuevo escenario: Mantener la segunda plaza pero, por encima de todo, asegurar un puesto entre los cuatro primeros por asegurar su clasificación para la Champions League.
Sin Míchel en el banquillo y sin Yangel Herrera ni Daley Blind en el césped, al Girona se le puso muy cuesta arriba el partido demasiado pronto.
Cinco minutos tardó Vinícius Júnior en anotar el 1-0 (un golazo) y a los 35 el duelo parecía sentenciado con el 2-0 de Jude Bellingham. Dos contragolpes eléctricos le bastaron al líder para arrodillar a un rival que en toda la primera mitad no remató ni una sola vez a la porteria de Andriy Lunin y al que su superioridad en la posesión no sirvió para nada.
Tras el descanso más de lo mismo. Salió Pablo Torre con el reto de darle más velocidad al juego ofensivo... Pero tras siete buenos minutos reapareció en la banda Vinicius y sentenció con el 3-0 Bellingham para enterrar cualquier esperanza, que se convirtió en pesadilla cuando Rodrygo, a la hora de partido, anotó el cuarto. Se acabó... Sin más.
A partir de aquí, y después de su peor mes en el campeonato (empate en Almería y en casa frente a la Real Sociedad antes de caer en el Bernabéu), que se añadió a la eliminación en los cuartos de final de Copa frente al Mallorca, el cuadro catalán enfoca la Liga centrándose en una próxima jornada de máxima exigencia. Visitará en San Mamés a un Athletic Club que ha enlazado seis victorias como local y mantiene muy vivas sus esperanzas de colarse entre los cuatro primeros.
El primer reto del Girona debiera ser mantener la segunda plaza que le diera la ocasión de jugar la Supercopa de España en 2025, con el beneficio económico que ello le supondría... Pero, por encima de ello, lo principal se entiende asegurarse un puesto entre los cuatro primeros.
Si al comenzar la temporada lograr una plaza ni que fuera en la Europa League se contemplaba un reto monumental, llegado a este punto la ilusión de la Champions es más que factible para un equipo que ha sorprendido a propios y extraños. Presentarse, de buenas a primeras, en la máxima competición continental, con la riada de dinero que ello supone y el prestigio que le otorgaría, se sabe el objetivo principal.
El calendario que le queda por delante encuentra de entrada esa visita explosiva a San Mamés, otra no menos difícil al Atlético Madrid en la jornada 31 y recibir al Barcelona en la 34 como duelos más complicados (sobre el papel) ante rivales que pueden empezar a considerarse directos.
Al margen de ello, jugará seis partidos como local (Rayo Vallecano, Osasuna, Real Betis, Cádiz, Villarreal y Granada) y cinco a domicilio (Mallorca, Getafe, Las Palmas, Alavés y Valencia). Y es en esos partidos en los que el Girona deberá consumar una temporada que, a pesar del destrozo sufrido en el Bernabéu, pase a la historia.