El año pasado la planta accidentada por el terremoto y el tsunami de 2011 comenzó a descargar en el Pacífico grandes cantidades de agua procesada.
La accidentada central atómica de Fukushima sufrió una fuga de agua radiactiva en su sistema de filtración de líquido contaminado, parte del cual fue a parar al subsuelo, según la operadora, que por el momento no ha detectado ningún "impacto en el exterior" del vertido.
El incidente se produjo el pasado miércoles debido a una válvula que permaneció abierta de forma errónea durante una operación de trasvase de agua contaminada llevada a cabo por los trabajadores de la planta en el marco de una inspección, según informó en un comunicado la compañía eléctrica Tokyo Electric Power (TEPCO).
TEPCO estima que hasta 5.5 toneladas de agua pudieron verterse en el interior del recinto de la central Fukushima Daiichi, y calcula que el líquido podía contener hasta 220 veces el nivel máximo de materiales radiactivos como el cesio-137 fijado por las autoridades niponas.
La operadora ha acordonado la zona del incidente y ha procedido a recoger el líquido derramado, aunque se cree que parte del mismo ha ido a parar al subsuelo, que será también retirado y analizado.
TEPCO explicó que por el momento "no se ha detectado ningún impacto medioambiental" en el exterior de la planta a raíz del incidente, que se produjo dentro del sistema de purificación y canalización del agua contaminada de la planta para su vertido en el mar de forma controlada.
La planta accidentada por el terremoto y el tsunami de marzo de 2011 comenzó el pasado agosto a descargar en el Pacífico las grandes cantidades de agua procesada que se generan y almacenan en sus instalaciones, una medida que está siendo supervisada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Este agua es tratada mediante un complejo sistema de filtrado que elimina la mayor parte de los elementos radiactivos nocivos, menos el tritio (un isótopo nuclear presente en la naturaleza), antes de su almacenamiento en tanques para ser vertida.
Actualmente hay más de 1.000 tanques en los terrenos de la planta y se espera que su vertido, que ha despertado fuertes protestas de la vecina China y del sector pesquero nipón, se prolongue al menos durante 30 años.