"Siempre quise ser actor; me gusta esa carrera".
Estudiar la carrera de actuación o artes escénicas no es algo muy común en la sociedad, pero aquellos que tienen gusto por estas disciplinas llevan al máximo todo lo que se puede realizar. Víctor Jiménez, quien cuenta con esta carrera, comparte todos los alcances dentro de esta área y lo difícil y complicado que es montar una obra.
El arte se manifiesta de diversas maneras y con todas las posibilidades que ofrece.
"Desde muy joven, me interesé y me llamó la atención todo lo relacionado con el arte: el baile, la música. Conforme fui creciendo, encontré oportunidades para dedicarme a ello. Cuando tuve edad para estudiar una carrera profesional, me mudé a Monterrey. Soy originario de Saltillo y decidí estudiar la carrera de artes escénicas. Me gustó mucho; participaba en concursos en la escuela, pero buscaba algo más grande, quería ser actor. Estando en Monterrey, descubrí mi gusto por el teatro y me especialicé en un curso de dos años en el Centro de Arte Teatral, enfocándome en la actuación teatral y un año de dirección escénica en el Teatro de la Anda, cuando la señora Nena Delgado era la delegada en ese entonces.
Al mismo tiempo, estudiaba la Licenciatura en Artes Escénicas en la Universidad Autónoma de Monterrey".
¿Hubo alguna influencia que te llevó a decidirte por esta carrera que ahora prácticas?
"De niño, me gustaba el deporte; jugué fútbol americano en Saltillo. Pero ya más grande, me invitaron a formar parte de una rondalla, donde conocí la música y me atrajo. Estando en la rondalla, me invitaron al folclore, y ahí descubrí más sobre ello. En la escuela, principalmente, encontré oportunidades; nadie en mi familia se dedicaba a esto ni tampoco mis amigos".
¿Qué significa para ti pertenecer a esta agrupación?
"La rondalla y el folclore fueron oportunidades que aproveché. A medida que aprendía, me iba gustando, y me di cuenta de que había mucho más por descubrir. Es como en cualquier carrera: siempre hay oportunidades para aprender y crecer. En lo personal, la actuación es algo que me apasiona mucho.
Disfruto cada puesta en escena, cada guion en el que tengo la oportunidad de participar. Siempre doy lo mejor de mí para que el público se lleve un buen recuerdo, y el aplauso es la mejor recompensa para quienes estamos en el escenario y para todas las personas que trabajan detrás de montar una obra. Montar una obra implica mucho trabajo; se llevan meses planeando y ensayando, aspectos que muy pocos conocen".
¿En tu casa te apoyaron para estudiar esta carrera, que es algo no muy común y que se sale de lo convencional?
"Sí, siempre tuve el apoyo de mi mamá y mis hermanos. No te voy a mentir; uno de mis hermanos es contador, mi hermana es licenciada en administración de empresas, otro es arquitecto e ingeniero, y yo decidí ser actor. Todos se sorprendieron, pero me dijeron que si era lo que me gustaba, adelante.
Y aquí estoy, no me quejo; me ha ido bien y cada vez mejor. Comencé como actor, y en el 2002 ya estaba dirigiendo. Han pasado años ejerciendo la dirección, con obras cada vez más desafiantes y grandes. No dejo de hacer cosas pequeñas, incluso incursioné en musicales y, a la par, trabajo en el Teatro de la Ciudad como coordinador.
Es diferente a ser actor; todo es muy satisfactorio, pero no es fácil.
La vida del músico, del bailarín, del actor, en ocasiones se trabaja sin apoyos, pero es parte del crecimiento en esta carrera, y todo va muy bien".
¿Qué tan complicado es ser actor? La gente piensa que es fácil, pero ¿cuál es la realidad?
"Estamos hablando de por lo menos seis meses de ensayos para montar una obra, diálogos tras diálogos. Hay obras que duran dos horas, con un intermedio; es mucho tiempo de preparación."