En el mundo del café, no todas las experiencias son iguales. Desde el sabor hasta los posibles efectos en la salud, la forma en que reaccionamos a la cafeína está vinculada a nuestros genes. Un gen en particular, el CYP1A2, emerge como un jugador clave en este escenario, influyendo fuertemente en la sensibilidad de nuestro cuerpo a la cafeína.
El CYP1A2 controla una enzima homónima responsable de descomponer y eliminar la cafeína del cuerpo. Según Ahmed El-Sohemy, profesor de ciencias nutricionales en la Universidad de Toronto y fundador de Nutrigenomix, aproximadamente la mitad de las personas son metabolizadores "rápidos", un 40% son "lentos" y el 10% restante son "ultralentos". Esto determina la rapidez con la que el cuerpo procesa la cafeína.
La cafeína, con una vida media de dos a ocho horas, afecta el cerebro al unirse a los receptores de adenosina, que regulan la necesidad de sueño.
La cantidad de estos receptores, determinada genéticamente, y la frecuencia de consumo de cafeína impactan en la experiencia del café. Las personas genéticamente predisuestas a tener más receptores pueden ser menos sensibles a la cafeína.
La sensibilidad a la cafeína no solo se trata de nerviosismo post-café. Investigaciones han vinculado la genética de la sensibilidad a la cafeína con implicaciones para la salud cardiovascular. Un estudio de 2006 mostró que los metabolizadores lentos tenían un mayor riesgo de ataques cardíacos al consumir más café al día, mientras que los metabolizadores rápidos no presentaban riesgos elevados.
El metabolismo de la cafeína también impacta el rendimiento en el ejercicio. Contrario a la creencia inicial, los metabolizadores rápidos experimentan mejoras más significativas después de ingerir cafeína que los metabolizadores lentos, cuya tolerancia a la cafeína puede afectar negativamente el flujo sanguíneo a los músculos.
Para aquellos curiosos sobre su estado de CYP1A2, servicios de pruebas genéticas pueden proporcionar respuestas. Además, factores como el consumo de anticonceptivos orales, el tabaquismo y el trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) pueden modular la respuesta individual a la cafeína.