¿Eres de los que no pueden resistirse a darle un toque extra de sabor salado a tus comidas? Un estudio reciente advierte que este hábito aparentemente inofensivo podría estar vinculado al riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica (ERC).
La investigación, en la que participaron 465,288 individuos, reveló que aquellos que añadían sal a sus alimentos con mayor frecuencia presentaban un riesgo significativamente elevado de ERC.
El riesgo asociado a este hábito era aún más pronunciado en personas con una tasa de filtración glomerular estimada más alta, un indicador crucial de la función renal, y aquellas con un índice de masa corporal más elevado o un nivel de actividad física más bajo.
Estos hallazgos refuerzan la conexión entre la ingesta de sal y la salud renal, destacando la importancia de abordar este comportamiento alimentario común.
Publicado en JAMA Network, el estudio revela que los individuos que solían añadir sal a sus alimentos también tenían más probabilidades de ser fumadores activos y de enfrentar condiciones como la diabetes o enfermedades cardiovasculares al inicio de la investigación. Rui Tang, del Departamento de Epidemiología de la Universidad de Tulane en Estados Unidos, sugiere que "reducir la frecuencia de añadir sal a la mesa podría ser una estrategia valiosa para disminuir el riesgo de ERC en la población general."
Los resultados del estudio también arrojan luz sobre la relación entre el índice de masa corporal y la frecuencia de añadir sal, sugiriendo que un mayor índice de masa corporal podría atenuar las asociaciones positivas observadas. Además, la actividad física regular parece desempeñar un papel crucial en mitigar los riesgos asociados, ya que la conexión entre la ingesta de sodio y la ERC disminuyó en aquellos participantes con hábitos de actividad física más saludables.
Estos descubrimientos respaldan investigaciones anteriores que vinculan la alta frecuencia de añadir sal a los alimentos con enfermedades cardiovasculares, mortalidad prematura y diabetes tipo 2. En resumen, la advertencia es clara: controlar la cantidad de sal que agregamos a nuestras comidas puede ser clave para preservar la salud renal y general a largo plazo.