Las personas que habitualmente añaden una pizca extra de sal a sus comidas no le están haciendo ningún favor a sus riñones, confirma una investigación reciente.
El hallazgo se mantuvo incluso después de que los investigadores tomaran en cuenta otros problemas de salud, como el sobrepeso, no hacer ejercicio o fumar y/o beber.
En resumen: “Añadir sal a los alimentos se asocia con un mayor riesgo de enfermedad renal crónica en la población general”, concluyó un equipo dirigido por el Dr. Lu Qi, del Centro de Investigación sobre la Obesidad de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleáns.
Qi y sus colegas publicaron recientemente estudios que muestran que agregar sal a las comidas aumentaba las probabilidades de enfermedad cardiaca, diabetes tipo 2 y acortaba la esperanza de vida. Pero los vínculos entre la sal de mesa y las probabilidades de enfermedad renal en la población general no se habían investigado bien, anotó el grupo de Qi.
Para remediarlo, analizaron datos de más de 465,000 personas, con un promedio de edad de 56 años, que no tenían enfermedad renal cuando se registraron en una base de datos de salud británica conocida como el Biobanco del Reino Unido. Se realizó un seguimiento de la salud y el estilo de vida de los participantes entre 2006 y 2023.
Según los investigadores, surgieron más de 22,000 casos de enfermedad renal durante el periodo del estudio.
En comparación con las personas que nunca o rara vez añadían sal a sus alimentos, las personas que lo hacían tenían unas probabilidades más altas de desarrollar problemas renales. El riesgo aumentó con la frecuencia con la que las personas dijeron que usaban sal de mesa.
Por ejemplo, en comparación con los que nunca lo usaron, las personas que dijeron que "a veces" añadían sal extra tenían un riesgo un 4 por ciento más alto de enfermedad renal; Los que "normalmente" añadían sal tenían un riesgo un 7% más alto, y los que "siempre" añadían sal veían aumentar su riesgo en un 11%.
Esos estimados de riesgo se produjeron después de que el equipo de Qi tomara en cuenta los factores del estilo de vida que con frecuencia acompañan a la ingesta excesiva de sal: el sobrepeso y la obesidad, el tabaquismo, la bebida, la falta de ejercicio, la diabetes, la hipertensión y otros problemas. El estudio aparece en la edición del 28 de diciembre de la revista JAMA Network Open.
Hay muchos problemas fisiológicos que vinculan la ingesta alta de sodio y una función renal más deficiente, anotaron los investigadores, incluidos los cambios hormonales y el "aumento del estrés oxidativo" en los órganos gemelos.
Según los investigadores de Tulane, sus hallazgos "respaldan la reducción de la adición de sal a los alimentos como una estrategia de intervención potencial para la prevención de la enfermedad renal crónica".