Los atletas de élite que sufren un paro cardiaco repentino podrían tener una genética que los hace más vulnerables a la enfermedad cardiaca, sugiere un estudio reciente.
El análisis de más de 280 atletas de resistencia de alto nivel reveló que 1 de cada 6 tiene mediciones que normalmente sugerirían una enfermedad cardíaca y una función cardíaca reducida, informan los investigadores en la revista Circulation.
Esos atletas también portaban una rica carga de genes asociados con la enfermedad cardiaca, señalaron los investigadores.
"El fenómeno del corazón de los atletas se conoce desde hace mucho tiempo, pero fuimos el primer equipo en investigar el rol que desempeña la composición genética de un atleta en la función y la estructura de su corazón", señaló en un comunicado de prensa la investigadora Dra. Diane Fatkin, cardióloga molecular del Instituto de Investigación Cardiaca Victor Chang, en Sídney.
"Lo que hemos encontrado es que hay cambios mucho más profundos de lo que se pensaba, y que un gran número de estos atletas tienen una función cardiaca alterada", continuó.
Una serie de tragedias recientes en los campos de juego y en los gimnasios han provocado un mayor interés en cómo el ejercicio intenso puede afectar los corazones de los atletas de élite.
A finales de julio, el escolta de primer año de la Universidad del Sur de California, Bronny James, hijo de la estrella de baloncesto de los Lakers, LeBron James, colapsó de un paro cardíaco durante un entrenamiento de temporada baja.
Y el safety de los Buffalo Bills, Damar Hamlin, sufrió un paro cardíaco en el campo durante un partido de fútbol americano de 2022, luego de un golpe en el pecho durante una tacleada.
Los atletas incluidos en el nuevo estudio son participantes en el estudio Pro@Heart, un proyecto internacional destinado a evaluar los efectos a largo plazo en la salud del ejercicio de alto nivel.
"Hace tiempo que sabemos que los atletas de élite tienen corazones muy distintos a los de la población general", señaló en un comunicado de prensa el investigador Andre La Gerce, jefe de cardiología deportiva del Instituto Baker del Corazón y la Diabetes en Melbourne, Australia.
"El ejercicio promueve cambios profundos en el corazón. El corazón es grande en todos los atletas de élite, pero todavía hay una variación considerable que va desde grande hasta enorme. Todavía no se sabe con certeza la importancia a largo plazo de los cambios más extremos", añadió La Gerce.
Los atletas participantes se sometieron a pruebas de imágenes cardíacas y de ejercicio en seis ciudades de Australia y Bélgica, así como a análisis genéticos.
Alrededor del 16 por ciento tenían medidas cardíacas normalmente asociadas con la enfermedad cardíaca, como un corazón agrandado, latidos cardíacos rápidos irregulares y cambios en el ventrículo izquierdo del corazón, la cámara responsable de bombear sangre oxigenada al cuerpo.
Esta función cardíaca reducida solo se observó cuando los atletas estaban en reposo. Al hacer ejercicio, sus corazones funcionaron a niveles "súper normales", lo que demuestra que los órganos son capaces de aumentar sustancialmente la acción de bombeo cuando es necesario para aumentar el gasto cardíaco.
Además, los investigadores encontraron que los atletas con la mayor carga de genes relacionados con la enfermedad cardíaca tenían 11 veces más probabilidades de tener medidas de función cardíaca reducidas.
"Es muy importante que no pensemos que estos atletas tienen el corazón enfermo porque todavía pueden funcionar a un nivel muy alto", dijo Fatkin. "Pero no sabemos cuál será el efecto a largo plazo y si esto significa que estos atletas desarrollarán una miocardiopatía".
El estudio resalta la necesidad de monitorizar de cerca la salud cardiaca de los atletas de alto nivel, dijo La Gerce.
"Queremos mantener a nuestros atletas sanos y evitar que sufran un paro cardiaco repentino", dijo. "Cuanto mejor entendamos el corazón de los atletas, más podremos identificar los riesgos antes de que ocurra una tragedia".
Los investigadores planean seguir a estos mismos atletas durante los próximos 25 años para ver si desarrollan problemas cardíacos.
"El ejercicio regular se asocia con claros beneficios para la salud", señaló la investigadora Hein Heidbuchel, profesora de cardiología del Hospital Universitario de Amberes, en Bélgica. "Pero puede haber un pequeño grupo con una predisposición genética que es buena para desarrollar un corazón deportivo de élite a una edad temprana, pero podría ser peligroso a largo plazo si continúan haciendo ejercicio a este nivel tan alto".