El Dr. Adam Boggon trabajaba en el Royal Free Hospital del norte de Londres, Reino Unido, durante la segunda ola de la COVID-19 en la ciudad. "Efectivamente vivía en el hospital", rememoró. "Me sentí como si estuviera yendo a 100 kilómetros por hora, tratando de acorralar a cientos de estudiantes de medicina y médicos".
Durante el cierre nacional, hubo pocos lugares a los que el Dr. Boggon pudiera escapar, pero la mayoría de los estanques para nadar de Hampstead Heath permanecieron abiertos. Nadó allí regularmente para hacer ejercicio y recargar energías incluso en invierno.
"Nadar en agua fría te saca de ti mismo", dijo el Dr.Boggon. "Fue una gran liberación para alguien que creció en un lugar rural y tuvo acceso a espacios verdes, a pesar de que el agua está turbia". También ronda los 10 °C.
Saltar al agua fría es molesto… entonces, ¿por qué hacerlo? No es solo por el derecho a alardear, un número creciente de estudios sugiere importantes beneficios para la salud física y mental al nadar en agua fría, específicamente para mejorar los síntomas de depresión e incluso aliviar las condiciones inflamatorias.
Y gran parte de esa investigación está impulsada por profesionales médicos a quienes les encanta hacerlo ellos mismos.
Para el Dr. Boggon nadar en aguas heladas es incómodo, pero siente que le produce una sensación de calma que hace que valga la pena zambullirse. El Dr. Boggon, es becario Fulbright en Harvard, donde estudia salud pública y gestión sanitaria, y es capaz de frecuentar el legendario Walden Pond en las afueras de Boston, Massachusetts, Estados Unidos.
Como dijo el propio Thoreau: "Nunca se puede tener suficiente de la naturaleza".
Sí, incluso si hace mucho, mucho frío.
Una inmersión más profunda
Heather Massey, Ph. D., profesora titular de Deporte, Salud y Ciencias del Ejercicio en la University of Portsmouth en Portsmouth, Reino Unido, culpa a su padre, un marinero de vela ligera, por su afinidad por la natación en aguas frías.
Y ha hecho más que la mayoría, incluido un cruce épico de 16 horas por el Canal de la Mancha. La temperatura del agua estaba por debajo de los 15°C y nadó sin traje de neopreno. "El tiempo pareció colapsar", compartió sobre la experiencia.
Mientras trabajaba en su doctorado y estudiaba los efectos de la fisiología ambiental, en particular lo que le sucede al cuerpo cuando hace calor o frío, su pasatiempo y sus estudios parecieron fusionarse.
La investigación de Massey se centró inicialmente en los peligros que implica estar en aguas frías y abiertas. Pero también notó una tendencia creciente de personas que afirman que esta práctica ofrece beneficios para la salud. "La gente empezó a hablar de experimentar mejoría en los síntomas de depresión o una mejor salud mental gracias a sus actividades en el agua", destacó.
Se asoció con otra entusiasta de la natación al aire libre, Hannah Denton, psicóloga asesora que trabaja para el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Denton estaba publicando artículos sobre el impacto potencial que la natación al aire libre puede tener en las personas con depresión y cómo podría mejorar la salud mental en general. También practica natación con regularidad en aguas frías para aumentar los sentimientos de atención plena y paz.
"Tener la experiencia de estar tan cerca de la naturaleza, así como la fuerte experiencia sensorial de estar en agua fría, realmente te anima a vivir el momento", escribió Denton en un artículo para el Sussex Mindfulness Centre. "Mis experiencias de natación en el mar y mindfulness se apoyan mutuamente. Ambas me han hecho sentir más cómoda con mi cuerpo, concentrarme más en el momento presente, prestar atención a mi respiración y distanciarme de los pensamientos difíciles".
En los últimos años, Massey y Denton han pasado de realizar estudios a escala bastante pequeña sin controles reales a la actualidad, donde realizaron un ensayo controlado aleatorizado y analizaron el impacto que la natación al aire libre puede tener en las personas que viven con depresión leve a moderada.
"Al principio, la gente pensó que nuestra idea era un poco descabellada", evocó Massey. "Ahora, la popularidad de la natación en aguas abiertas realmente ha florecido, al igual que esta área de investigación. Estamos empezando a darle más rigor al trabajo".
Como todos los investigadores y médicos entrevistados para este artículo, Massey duda en afirmar que la natación en agua fría es una "cura" que debería ser medicalizada.
"No se trata de prescribirlo ni de obligar a la gente a hacerlo", afirmó Massey. "Esto no es algo que un médico deba recetar y decir que debes ir y realizar 8 sesiones de natación de una hora".
(Aún no) es una cura común
Entra en la conversación el Dr. Mark Harper, Ph. D., anestesiólogo consultor de los hospitales de la Sussex University en el Reino Unido y Kristiansand en Noruega. El Dr. Harper es el autor del libro de 2022, Chill: The Cold Water Swim Cure – A Transformative Guide to Renew Your Body and Mind.
El Dr. Harper creció nadando en piscinas y no fue hasta que su piscina cerró durante 2 semanas que se aventuró en el mar. Recuerda caminar por la playa después, pensando: Dios, esto se siente bien y, a partir de ese momento, se enganchó a la natación al aire libre y sintió curiosidad por su potencial terapéutico.
La "cura" en el título del libro, explicó el Dr. Harper, se utiliza en el sentido histórico de "tratamiento", como en el primer libro médico sobre los baños de mar escrito hace más de 250 años. El Dr. Harper reconoció que la conexión con la salud sigue siendo especulativa. "Sin embargo, la evidencia circunstancial, los comentarios de los participantes y los primeros datos de los estudios sobre sus beneficios son ahora muy sólidos", afirmó.
En un pequeño estudio publicado en 2022, el Dr. Harper y sus colaboradores reclutaron a 59 personas con ansiedad y depresión y las sometieron a un curso de natación en el mar.[1] Posteriormente, el 80 % mostró una mejora clínicamente significativa en su salud mental.
Más recientemente, Harper y su equipo de investigadores publicaron una encuesta para determinar cuántas personas utilizaban la natación en agua fría como tratamiento para una dolencia física o mental.[2] "Pensamos que responderían 30 o 40 personas, pero terminamos con más de 700", destacó el Dr. Harper. "La mayoría lo usaba para la salud mental, pero también incluía afecciones relacionadas con la inflamación".
Durante dos décadas, el Dr. Harper ha visto dramáticas historias de éxito. En su libro, recuerda a un buen amigo que, cuando tenía poco más de 20 años, padecía tanto la enfermedad de Crohn que no podía subir las escaleras hasta la casa de sus padres. El amigo recurrió a la natación en agua fría al aire libre como ejercicio de bajo impacto y comenzó a notar que los síntomas de su enfermedad estaban mejorando. En unos meses, pudo dejar de tomar su tratamiento farmacológico. En 2022 completó 52 triatlones: uno por semana durante todo el año.
Cómo la exposición al frío puede afectar tu cerebro
Vaibhav Diwadkar, Ph. D., profesor de psiquiatría y neurociencias del comportamiento en la Facultad de Medicina de la Wayne State University, en Michigan, Estados Unidos, está estudiando cómo responden las redes del cerebro humano a la exposición al frío. Diwadkar y el profesor Otto Muzik, Ph. D., comenzaron poniendo a los voluntarios en un traje de goma con tubos delgados e infundiendo en los tubos agua a temperatura controlada. Mientras tanto, recopilaron datos de imágenes cerebrales funcionales para analizar qué partes del cerebro respondían a los cambios en la temperatura corporal.
Los datos mostraron que la exposición al frío hizo que ciertas áreas del cerebro se volvieran muy activas, incluidas algunas que se han asociado con la regulación del estado de ánimo.
Diwadkar ha postulado que la exposición controlada al frío actúa como un factor estresante de bajo nivel que saca de la homeostasis a diferentes sistemas del cerebro y del cuerpo. Una vez que se elimina el estrés, el cerebro responde liberando neurotransmisores que mejoran el estado de ánimo, lo que con frecuencia genera sentimientos de euforia en los participantes.
"No tenemos evidencia directa de tal mecanismo, pero es una especulación razonable", comentó Diwadkar.
Sin embargo, Diwadkar señaló que los escritores científicos en los medios a menudo retratan temas como este en blanco y negro, lo que "simplifica demasiado la complejidad científica de la biología".
Claramente, es necesario realizar más investigaciones sobre los posibles beneficios terapéuticos de la natación en aguas frías. Pero para aquellos que sufren de ansiedad, depresión o enfermedades crónicas, si darse un baño frío los hace sentir mejor, el por qué y el cómo podrían no venir al caso.
Además, como destacó el Dr. Harper, es una terapia fácil y accesible.
"Todo lo que se necesita es un poco de agua, suficiente para sumergir todo tu cuerpo, a menos de 20 °C", explicó el Dr. Harper. "Si uno se queda el tiempo suficiente para superar el choque inicial, que dura solo 2 o 3 minutos, entonces se obtiene el efecto. Si al salir quieres volver a entrar, entonces lo has hecho bien".