Tamara Vega y Alejandra Zavala son dos deportistas mexicanas que rompieron el silencio para dejar de “normalizar el abuso” en el deporte mexicano.
“Es algo que pasa en todas las federaciones”, señala Tamara Vega cuando se le pregunta sobre el acoso de entrenadores a atletas en el deporte mexicano. La presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadine Gasman, indicó durante la presentación de la Unidad de Género y No Discriminación de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) en 2019, que en el ámbito deportivo de alto rendimiento se denunciaron casi 30 mil casos de posibles delitos sexuales en 2016, cifra que indica que nadie está exento del abuso físico, sexual y psicológico en el deporte mexicano, lo sufre igual una atleta de 12 o 16 años que una de “treintaitantos”. “¿Por qué nadie habla de ello?”, se les pregunta a deportistas consultadas coinciden: “porque es un tabú”.
“Creo que como es un tema tabú, cómo vamos a decir que la violaron, tan sólo la palabra violación es fuerte, la dices y es fuerte, la escuchas y se siente feo, hasta la piel se me puso 'chinita'. Nadie quiere ver lo feo, abrí una coladera [...] hay que empezar a nombrar las cosas por su nombre, para que puedan hacerse cargo las autoridades. La realidad es que nadie se quiere hacer cargo”, narra Tamara Vega, atleta de Pentatlón Moderno, que denunció hace unos meses a su entrenador por "pederastia y trata de personas".
“Se pasa una barrera, en la que pierdes el sentido de lo que sucede, ya no dejas guiarte, dejas que te maneje, ya no es tu guía, es tu controlador”, revela Alejandra Zavala, que tuvo una relación sentimental con la persona que fue su entrenador por ocho años y terminó siendo víctima de violencia física