El ejercicio puede mejorar la calidad de vida de las mujeres que luchan contra un cáncer de mama avanzado, encontró un estudio reciente.
Las mujeres que participaron en un programa estructurado de ejercicio de nueve meses reportaron menos fatiga y una mejor calidad de vida en general, según los resultados presentados el jueves en el Simposio de Cáncer de Mama de San Antonio.
"Optimizar la calidad de vida es, por supuesto, importante para todos, pero sobre todo para los pacientes que viven con enfermedad metastásica y que se someten a un tratamiento continuo", señaló la investigadora Anne May, profesora del Centro Julius de Ciencias de la Salud y Atención Primaria del Centro Médico Universitario de Utrecht, en los Países Bajos.
"Al mejorar la calidad de vida a través de una mejor gestión de los síntomas, podemos ayudar a los pacientes a disfrutar mejor de su vida personal, social y, si corresponde, laboral", añadió May en un comunicado de prensa de la reunión.
Estudios anteriores han encontrado que el ejercicio puede ayudar a las personas con cánceres menos avanzados, pero no se ha evaluado rigurosamente si esos beneficios también se aplican a los pacientes cuyos cánceres se han propagado, anotó May.
En el estudio, May y sus colaboradores inscribieron a 357 personas con cáncer de mama avanzado, en una colaboración entre instituciones de Alemania, Polonia, España, Suecia, Países Bajos y Australia.
Todos los participantes recibieron un rastreador de actividad física y consejos genéricos sobre ejercicios.
Pero 178 pacientes también fueron seleccionados al azar para recibir más ayuda: sesiones de ejercicio supervisadas dos veces por semana durante nueve meses que involucraron equilibrio, resistencia y actividades aeróbicas.
Los pacientes asignados al grupo de ejercicio terminaron con puntuaciones promedio de calidad de vida más altas que los que no recibieron la atención especializada, mostraron los resultados.
Estos incluyeron un aumento en el funcionamiento social y disminuciones en el dolor, la dificultad para respirar y la fatiga.
A los pacientes que realizaron ejercicio físico regular también les fue mejor en una "prueba de rampa empinada" realizada en una bicicleta estática.
Con base en estos hallazgos, May sugiere que los profesionales de la salud recomienden rutinariamente el ejercicio supervisado a las pacientes con cáncer de mama avanzado, y que las compañías de seguros cubran el costo de los programas de ejercicio.
Es más probable que los programas más largos ayuden a los pacientes a ponerse al día, y provean más beneficios, dado que sus regímenes de tratamiento tienden a ser más largos, añadieron los investigadores.
"Creemos que un programa de nueve meses ayuda a los pacientes a incorporar el ejercicio en su rutina", dijo May. "Muchos pacientes continuaron haciendo ejercicio más allá de los nueve meses; El ejercicio se convirtió en parte de su vida diaria y de sus regímenes de tratamiento contra el cáncer".
Los hallazgos presentados en reuniones médicas deben considerarse preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.