La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado un llamado urgente a los gobiernos de todo el mundo para que incrementen los impuestos sobre las bebidas alcohólicas y apliquen gravámenes a productos actualmente exentos, como el vino en algunos países europeos.
Además, la OMS propone la imposición de impuestos más elevados a las bebidas azucaradas, en un esfuerzo por combatir las enfermedades relacionadas con estos productos.
Según la OMS, anualmente, 2.6 millones de personas fallecen debido al consumo de alcohol, mientras que 8 millones pierden la vida a causa de dietas poco saludables.
Rudiger Krech, director de promoción de la salud de la OMS, destacó que gravar estos productos no solo contribuiría a la creación de poblaciones más saludables, sino que también generaría beneficios económicos al prevenir enfermedades y debilitamiento, así como proporcionar ingresos adicionales para que los gobiernos puedan mejorar los servicios públicos.
Krech afirmó que los impuestos más altos sobre el alcohol no solo tienen un impacto positivo en la salud, sino que también ayudan a prevenir la violencia y las lesiones causadas por accidentes de tránsito. La OMS, siguiendo su enfoque en la salud pública, ha publicado un "manual de impuestos sobre el alcohol", en línea con documentos similares dirigidos al tabaco y las bebidas azucaradas.
La organización resalta que muchos impuestos sobre el alcohol son actualmente bajos y no están diseñados de manera óptima. Además, revela que el vino no está gravado en absoluto en 22 países, la mayoría de ellos europeos.
En respuesta, la OMS insta a los gobiernos a introducir tasas más altas y gravar todos los tipos de alcohol para abordar las más de 200 enfermedades y lesiones relacionadas con su consumo, como ciertos tipos de cáncer, cirrosis hepática y problemas cardiovasculares.
A pesar de estas recomendaciones, las asociaciones de la industria del alcohol argumentan que impuestos más elevados pueden conducir a una disminución de las ventas, afectando los ingresos fiscales y amenazando la supervivencia de algunas empresas.
La tensión entre los objetivos de salud pública y los intereses comerciales plantea un desafío para los gobiernos en la búsqueda de un equilibrio que garantice la salud de la población y el bienestar económico.