El riesgo a largo plazo de ciertos síntomas prolongados hasta 2 años después de un diagnóstico inicial de COVID-19 (es decir, COVID-19 persistente) parece estar directamente asociado con la gravedad de la enfermedad aguda, sobre todo en personas postradas inicialmente en cama durante 7 días o más u hospitalizadas. El estudio fue realizado por investigadores islandeses, suecos, noruegos y daneses y se ha publicado en la revista Lancet Regional Health-Europe.
Se recomienda un seguimiento sostenido y específico de los síntomas graves después de un diagnóstico inicial de COVID-19 en pacientes con enfermedad grave, en particular dificultad para respirar, dolor torácico, mareos, dolores de cabeza y poca energía o fatiga.
Análisis retrospectivo multinacional en el que se investigó la prevalencia de la carga de síntomas físicos en relación con la gravedad de la enfermedad aguda en cuatro cohortes nórdicas hasta 27 meses después de un diagnóstico de COVID-19.
De los 64.880 participantes, aproximadamente un tercio declaró que se le había diagnosticado COVID-19. El 28 % de los participantes habían estado encamados durante la infección aguda (18,4 % durante 1-6 días; 9,6 % durante 7 días o más) y el 1,0 % había sido hospitalizado.
En comparación con el grupo sin COVID-19, los pacientes con diagnóstico previo de COVID-19 tuvieron una mayor prevalencia (43,2 %) de síntomas graves durante todo el periodo de estudio (tanto dentro de cada cohorte como combinados) independientemente de la edad, el sexo, la depresión o la ansiedad coexistentes u otros trastornos relacionados con COVID-19 o comorbilidades preexistentes.
Además, el mayor tiempo en cama se asoció a una mayor prevalencia de síntomas graves de forma dosis-respuesta. Los participantes también declararon sentirse muy molestos especialmente a causa de la disnea (razón de prevalencia ajustada, 2,15), los mareos (1,58), la taquicardia (1,55), las cefaleas (1,38) y el dolor de espalda (1,10). Con la excepción de los mareos, no se observó un claro aumento de la prevalencia de los síntomas con el paso del tiempo en los participantes que llevaban 7 días o más tiempo en cama o habían sido hospitalizados.