Se han visto cosas raras en la NBA, pero que algo como estos Clippers funcione entra dentro de lo más ilógico. Casi irracional.
Pocas veces se ha visto tanta estrella junta y tanto veterano que en el pasado lo fue todo coincidiendo en un mismo proyecto que es hoy lo que planteaba ser en 2019, cuando Kawhi Leonard y Paul George aterrizaron en la franquicia. Desde entonces, las lesiones han lastrado al equipo durante el paso de los años, Doc Rivers fue sustituido por Tyronn Lue y aún dio tiempo a que se pisaran unas finales de Conferencia (2021), las primeras de la historia de una franquicia tradicionalmente perdedora, algo que sirvió para escapar de esa lista negra de equipos que nunca han llegado a dicha ronda, un pergamino en el que ya sólo figuran dos nombres, el de Hornets y el de Pelicans. Un premio menor si pensamos que inicialmente el objetivo era el anillo. Uno del que parecen más lejos que nunca, por números y sensaciones.
Con el paso del tiempo se fueron repitiendo las lesiones y las llegadas incomprensibles, la de Russell Westbrook primero y la de James Harden después. Nadie sabe si dichos fichajes se hicieron con el beneplácito de las dos estrellas originales, dos hombres extraños incluso dentro del contexto de la era de los empoderados, que no sabes si dicen que sí a todo o simplemente todo les parece bien, que viene a ser lo mismo. Steve Ballmer, cofundador de Microsoft, que se hizo con la franquicia en 2014 por 2.000 millones de dólares estadounidenses recogiendo las migajas que había dejado el tacaño Donald Sterling, está más centrado en la adquisición del nuevo pabellón (el Intuit Dome) que permita escapar del Crypto Arena que comparten con los Lakers que en un proyecto deportivo serio y a largo plazo. Al final, las cuatro estrellas podrían salir el próximo verano y eso no parece importar ni a la franquicia ni a los jugadores. Se ha fichado a Harden para ver si eso funciona. Y, de momento, no lo hace. Muy raro sería que acabara la cosa mejor de lo que ha empezado.
En el Chase Center y ante los Warriors, se vio uno de esos partidos que te retrotraen al pasado. Plagado de veteranos, treinteañeros entrados ya en otra fase vital y deportiva. Las batallas del pasado y la añoranza removían los cimientos de un partido interesante que lo habría sido más hace unos años. Pero que tenía algo de jugo. Los Clippers venían de conquistar Sacramento en una actuación colaborativa, la mejor que han tenido probablemente como equipo desde el fichaje de Harden. Y los Warriors venían precisamente de perder ante los Kings de forma estrepitosa, dejando escapar una ventaja crucial en el último minuto. Esta vez, fueron donde la Bahía los que se llevaron el duelo (120-114), más por incomparecencia del rival que por otra cosa. Los angelinos volvieron a la anarquía, a las andadas, la mala gestión de un final apretado y la pésima defensa. Y los Warriors tan sólo tuvieron que esperar su oportunidad para hincar el diente y llevarse el gato al agua.
Un triple de Harden con menos de 5 minutos para el final ponía emoción (105-100) a un duelo que controlaban los locales. Hubo un último mordisco, pero ya dentro del último minuto y sin opciones reales (115-109). Los Warriors habían llegado a ir 18 puntos arriba y no se dejaron arredrar al final. Sin Chris Paul ni Andrew Wiggins, jugaron con su big three original: Stephen Curry se fue a 26 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias; Klay Thompson logró 22. Y Draymond Green, en el fango y en las trincheras, consiguió un 13+5+5. Los 21 puntos combinados de los Splash Brothers en el último periodo (con 7 de 10 en tiros de campo entre ambos) impidieron que los Clippers pudieran dar la vuelta al marcador. Para los Clippers, que dan la sensación de irse turnando para ver quién lanza en cada jugada, ahí sólo estuvieron Paul George (10 tantos) y Russell Westbrook (7, con 7 rechaces y 4 pases a canasta). No pudo ser.
Harden, que sólo intentó 2 lanzamientos en los últimos 12 minutos, consiguió 18 puntos y 5 de 10 en triples, pero fue permanentemente buscado por el ataque rival, un clásico en su figura, denostada por la opinión pública por méritos, y sobre todo deméritos, propios. George puso energía al final, pero su actuación fue de nuevo horrorosa: 15 tantos y 10 asistencias, pero 6 de 18 en tiros y 3 de 10 en triples. Westbrook, con 14+11 (6 ofensivos), aportó también 6 asistencias. Y Kawhi logró 23 tantos y tuvo algún gesto de desesperación que ya hemos visto en los últimos días y que contrasta enormemente con la tranquilidad que siempre emana de un ser de difícil comprensión. La energía de Moses Moody (13) y Jonathan Kuminga (17) fue demasiado alta para los envejecidos Clippers y para un Harden que si nunca ha estado para el cuerpo a cuerpo ahora lo está menos todavía. Desde su llegada, 5-8 para los angelinos. Para el que quiera ser optimista, 2-2 en los últimos 4 partidos. Para el que quiera, claro. Al fin y al cabo, la esperanza es lo último que se pierde.