Dormir de 7 a 8 horas por noche, levantarse y acostarse temprano, no padecer insomnio, apnea del sueño ni somnolencia diurna excesiva, son las características del puntaje de sueño óptimo asociadas a un menor riesgo cardiovascular, según se documentó en un estudio del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia (INSERM).
La relación entre la mala calidad del sueño y el riesgo cardiovascular ya está bien documentada. Sin embargo, la mayoría de los estudios solo tienen en cuenta uno o dos aspectos del sueño (p. ej., duración o apnea del sueño) cuando investigan un patrón de sueño en un momento dado. Por ello, el estudio publicado en European Heart Journal es el más completo sobre cómo afecta el sueño al riesgo cardiovascular.
El estudio evaluó la calidad del sueño mediante cinco patrones: duración del sueño, insomnio, cronotipo (matutino o vespertino), apnea del sueño y somnolencia diurna. Estos patrones constituyeron la base de un cuestionario que se entregó a los participantes del estudio, proporcionando a cada uno una puntuación del sueño de 0 (sueño pobre) a 5 (sueño óptimo).
Reducción del riesgo cardiovascular
El cuestionario se administró a dos cohortes que participaban en encuestas de población: una en París e incluyó a 10.157 adultos de entre 50 y 75 años (Paris Prospective Study III, PPS3) y la otra en Lausana, Suiza, reunió a 6.733 participantes mayores de 35 años (estudio CoLaus/PsyCoLaus). En general los participantes tuvieron un seguimiento cardiovascular durante 8 a 10 años.
La puntuación del sueño se calculó en el momento de la inscripción y 2 años después en uno de los estudios y 5 años después en el otro. Un subgrupo de participantes también se sometió a pruebas de polisomnografía.
El objetivo del estudio fue evaluar el efecto global de los cinco patrones de sueño y su cambio en el curso del tiempo sobre el riesgo cardiovascular.
El análisis de los datos aportó tres observaciones principales.
La primera es que cuanto mayor es la puntuación inicial de sueño, menor es el riesgo cardiovascular. El riesgo se reduce 18% por cada punto adicional de la puntuación inicial de sueño (hazard ratio [HR]: 0,82).
El segundo hallazgo es que el riesgo aminora 16% por cada punto adicional de puntuación entre las dos evaluaciones (HR: 0,84).
Por último, los autores estiman que los datos obtenidos constituyen evidencia de que se evitarían entre 30% y 60% de nuevos ictus si todos los participantes alcanzaran el nivel máximo en al menos cuatro de las cinco características del sueño.
Posibilidades de mejora
Cabe señalar que 2 de cada 3 pacientes obtuvieron una puntuación de sueño alta (tres o superior) en la primera evaluación, y esta puntuación se mantuvo estable entre los seguimientos. Aproximadamente 8% de los participantes mejoraron su puntuación, mientras que 11% la vieron descender por debajo de tres. Por último, para algunos participantes (17,2%), la puntuación se mantuvo estable pero por debajo de tres. De acuerdo con los autores, la investigación futura debería centrarse en estos dos últimos grupos, en busca de factores determinantes potencialmente modificables para invertir las tendencias.
La relación entre una buena calidad del sueño y la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares es mayor en las personas con una buena puntuación inicial, lo que ilustra la importancia de alcanzar una buena calidad del sueño lo antes posible en la vida y mantenerla a largo plazo. No obstante, la reducción del riesgo asociada a una mejor puntuación en personas con una puntuación inicial baja indica que nunca es demasiado tarde para mejorar la calidad del sueño, por baja que sea la puntuación inicial.
Los autores propusieron sensibilizar al público en general sobre la importancia de la calidad y la cantidad del sueño. También recomendaron detectar y tratar lo antes posible el insomnio crónico, los trastornos del ritmo circadiano del sueño y la apnea del sueño.
La psicoterapia cognitivo-conductual es eficaz para tratar el insomnio, y existen varias líneas de terapias eficaces para la apnea obstructiva del sueño en función de su fenotipo y gravedad.
Se cree que los cronotipos, matutino o vespertino, están muy influidos por la genética y se expresan como una preferencia más que como un comportamiento modificable, aunque pueden utilizarse medidas conductuales combinadas con cronoterapia (p. ej., fototerapia, uso de melatonina) en personas trastornos del ritmo circadiano de sueño-vigilia.
Este estudio puede allanar el camino para promover un sueño saludable y seguir fomentando una estrecha colaboración entre la medicina del sueño y la cardiovascular.