Hacer gárgaras y enjuagues nasales con agua salada varias veces al día pareció estar asociado con tasas de hospitalización por COVID-19 significativamente menores en un pequeño estudio aleatorizado, doble enmascarado y controlado.
"La hipótesis era que las intervenciones dirigidas a las vías respiratorias altas podrían reducir la frecuencia y duración de los síntomas respiratorios altos asociados a COVID-19", afirmó Sebastián Espinoza, primer autor del estudio, de la Trinity University de San Antonio en Texas, Estados Unidos.
Los adultos de 18 a 65 años con prueba de reacción en cadena de la polimerasa (RCP) positiva para el SARS-CoV-2, entre 2020 y 2022, fueron aleatorizados para utilizar dosis bajas o altas de agua salada durante 14 días en el Harris Health System de Houston, Texas. Para que los pacientes fueran incluidos en el estudio, debían haber transcurrido 14 días desde la aparición de cualquier síntoma asociado a COVID-19.
La dosis baja fue de 2,13 g de sal disueltos en 235 ml de agua tibia, y la dosis alta fue de 6 g. Los participantes hicieron gárgaras con el agua salada y la utilizaron como enjuague nasal durante 5 minutos cuatro veces al día.
Los criterios de valoración principales fueron la frecuencia y duración de los síntomas asociados a la infección por SARS-CoV-2; los criterios secundarios consistieron en el ingreso al hospital o a la unidad de cuidados intensivos, la asistencia respiratoria mecánica o la muerte.
Los resultados se presentaron en un cartel en el Congreso del American College of Allergy, Asthma and Immunology (ACAAI) de 2023.
Cincuenta y ocho personas fueron aleatorizadas al grupo de baja salinidad (n = 27) o al de alta salinidad (n = 28); se perdió el seguimiento de 3 pacientes en ambos grupos. La población de control de referencia estaba formada por 9.398 personas con infección confirmada por SARS-CoV-2. Las tasas de vacunación fueron similares en todos los participantes.
Las tasas de hospitalización en los grupos de solución salina baja (18,5%) y alta (21,4%) fueron significativamente inferiores a las de la población de control de referencia (58,8%; p < 0,001). No se observaron diferencias significativas en otros resultados entre estos grupos.
La edad promedio de los pacientes de la población de control (n = 9.398) era de 45 años. La edad promedio fue similar en los grupos de salinidad baja y alta. En el grupo de salinidad baja (n = 27), la edad promedio era de 39 años y en el grupo de salinidad alta, de 41 años.
En los tres grupos, el índice de masa corporal se encontró en un rango de 29,6 a 31,7 kg/m2.
Los criterios de exclusión fueron el diagnóstico de hipertensión crónica o la participación en otro estudio de intervención.
"Riesgo bajo, beneficio potencial pequeño"
El Dr. Zach Rubin, alergólogo y portavoz del American College of Allergy, Asthma and Immunology, dijo a Medscape Noticias Médicas que los resultados coinciden con los de otros pequeños estudios que ya habían informado de algún beneficio con el uso de la irrigación nasal salina y las gárgaras para tratar la infección por SARS-CoV-2.
"Es un tipo de intervención de bajo riesgo con un pequeño beneficio potencial", afirmó.
Los investigadores no evaluaron la posible razón de la asociación del uso de agua salada con un menor número de hospitalizaciones, pero el Dr. Rubin afirmó: "Es posible que la irrigación salina nasal y las gárgaras ayuden a mejorar la eliminación del virus y a reducir el riesgo de microaspiración en los pulmones, por lo que es posible que esta intervención reduzca el riesgo de neumonía, que es una de las principales causas de hospitalización".
El Dr. Rubin, alergólogo de Oak Brook Allergists en Illinois, Estados Unidos, afirmó: "Por lo general recomiendo a mis pacientes la irrigación nasal salina para la rinitis alérgica y las infecciones de las vías respiratorias altas por virus. Puede ayudar a reducir síntomas como la congestión nasal, la rinorrea, el goteo posnasal, y el dolor y la presión sinusales".
La intervención puede ser adecuada no solo en una población adulta, dijo. "Esto también podría utilizarse en pacientes pediátricos si están preparados desde el punto de vista del desarrollo para probar esta intervención", aclaró.
Espinoza señaló que está justificado realizar más estudios, pero señaló que, si se confirma en ensayos posteriores, la intervención sencilla podría ser especialmente útil en entornos con pocos recursos.