Esta investigación, titulada "Factores asociados con el uso de la mastografía en un entorno de recursos limitados" y publicada en 2018, fue realizada por un equipo de expertos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) de la Secretaría de Salud, en colaboración con instituciones internacionales.
La Directora de Enfermedades Cardiovasculares, Diabetes Mellitus y Cáncer del INSP, Gabriela Torres Mejía, compartió los hallazgos clave del estudio, que involucró a 455 mujeres entre 40 y 69 años. El miedo a recibir un diagnóstico de cáncer de mama y la creencia errónea de que la mastografía es dolorosa emergieron como las principales barreras para someterse al examen.
Para abordar la percepción de dolor durante la mastografía, la Dra. Torres recomendó que las mujeres programen el examen a partir del décimo día después de su período menstrual o 10 días antes de su inicio, ya que las mamas son menos sensibles en ese momento.
Además, subrayó la importancia de la detección temprana, ya que cuando el tratamiento comienza en las etapas iniciales de la enfermedad, la tasa de curación es significativamente más alta.
El conocimiento sobre la periodicidad de la mastografía, recomendada cada dos años entre los 40 y 69 años, y la experiencia previa con el Papanicolaou, un examen de detección de cáncer cervicouterino, influyen positivamente en la decisión de las mujeres de someterse a la mastografía.
Un punto clave que surge de la investigación es que los programas sociales en México han contribuido a que las mujeres comprendan los beneficios de la mastografía para la detección temprana del cáncer de mama. La Dra. Torres enfatizó la importancia de aumentar la conciencia sobre estos programas y sus servicios de detección temprana.
La Dra. Torres también resaltó la urgente necesidad de la detección temprana en México, ya que en América Latina se diagnostican más de 115,000 casos de cáncer de mama cada año, y aproximadamente 37,000 mujeres mueren debido a diagnósticos y tratamientos tardíos. En comparación, en países desarrollados, la supervivencia a cinco años supera el 90%, mientras que en países en desarrollo, se sitúa entre el 40% y el 60%.
Este estudio contó con la colaboración de 10 investigadores del INSP, el INCan, la Iniciativa Mundial de Salud Mamaria y el Centro Oncológico Fred Hutchinson de Estados Unidos. Sus conclusiones subrayan la importancia de la detección y el tratamiento tempranos como la única forma efectiva de reducir la mortalidad por cáncer de mama en México y en todo el mundo.