La deficiencia crónica de sueño podría tener consecuencias más graves de lo que se pensaba, especialmente para las mujeres, según un nuevo estudio financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Publicado en Diabetes Care, el estudio revela que la falta de sueño puede aumentar la resistencia a la insulina en mujeres previamente sanas, con un impacto significativo en aquellas en la posmenopausia.
La Dra. Marishka Brown, directora del Centro Nacional de Investigación de los Trastornos del Sueño en el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI), señaló la importancia de comprender cómo los trastornos del sueño afectan la salud de las mujeres a lo largo de la vida, destacando la etapa posmenopáusica como especialmente relevante.
El estudio, que se enfocó exclusivamente en mujeres, buscó determinar los efectos de una restricción leve pero prolongada del sueño, reduciendo solo 1.5 horas por noche.
Las participantes, en su mayoría con patrones de sueño saludables, fueron sometidas a dos fases de estudio de seis semanas cada una, alternando entre seguir sus hábitos normales de sueño y experimentar restricción del sueño. Los resultados revelaron un aumento del 14.8% en la resistencia a la insulina en mujeres pre y posmenopáusicas, siendo este último grupo más vulnerable con un aumento del 20.1%.
La insulina, crucial para regular la glucosa, cuando enfrenta resistencia, puede conducir al desarrollo de la diabetes tipo 2. Los niveles de insulina y glucosa en sangre también mostraron aumentos significativos en mujeres posmenopáusicas, lo que subraya la importancia de abordar la deficiencia de sueño como un factor de riesgo potencial para la diabetes.
La Dra. Marie-Pierre St-Onge, profesora asociada de medicina nutricional y directora del Centro de Excelencia para la Investigación Circadiana y del Sueño de la Universidad de Columbia, advirtió que la falta persistente de sueño podría acelerar la progresión de la prediabetes a la diabetes tipo 2.
Los investigadores subrayaron que los efectos observados eran independientes de los cambios en el peso corporal, lo que sugiere que la relación entre la falta de sueño y la resistencia a la insulina va más allá de las consecuencias alimenticias.
Estos hallazgos resaltan la necesidad de considerar el sueño como un componente crucial en la prevención de enfermedades metabólicas, y los NIH planean realizar estudios adicionales para comprender mejor los efectos del déficit de sueño en hombres y mujeres, así como explorar intervenciones de sueño como herramienta preventiva para la diabetes tipo 2.
La sociedad debería tomar conciencia de la importancia de un sueño adecuado como parte integral de un estilo de vida saludable, especialmente entre las mujeres.