La Academia Estadounidense de Neurología (American Academy of Neurology, AAN) acaba de publicar en su revista Neurology unas guías actualizadas para determinar la muerte con criterios neurológicos, es decir, la muerte cerebral.
Se trata de un documento elaborado en colaboración con la Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP), la Sociedad de Neurología Infantil (Child Neurology Society, CNS) y la Sociedad de Medicina de Cuidados Críticos (Society of Critical Care Medicine, SCCM). Una de las novedades más significativas es, de hecho, que una única guía actualiza dos guías preexistentes, una de la AAN para adultos que data de 2010 y otra de la AAP/CNS/SCCM para lactantes y niños publicada en 2011.
Otro hecho destacable es que, como parte de la guía, se ha creado una herramienta interactiva para ayudar a los médicos paso a paso en el diagnóstico de muerte cerebral/muerte por criterios neurológicos. La herramienta, a la que se puede acceder desde el sitio web de la sociedad científica, puede utilizarse sin registro y sin coste alguno.
Las nuevas guías
Dado que no existen pruebas de calidad sobre el tema, se utilizó un proceso de consenso formal en el que las recomendaciones preliminares formuladas tras revisar la bibliografía actual se sometieron a votación mediante el método Delphi.
Se formularon un total de 85 recomendaciones agrupadas en 7 secciones: 1) principios generales para la evaluación de la muerte cerebral/muerte por criterios neurológicos; 2) cualificación del evaluador; 3) requisitos previos para la evaluación de la muerte cerebral/muerte por criterios neurológicos; 4) componentes del examen neurológico; 5) pruebas de apnea como parte de la evaluación de la muerte cerebral/muerte por criterios neurológicos; 6) pruebas complementarias; 7) consideraciones especiales.
Principios fundamentales
El prerrequisito básico es que solo se puede iniciar la detección de la muerte cerebral/muerte por criterios neurológicos si el paciente ha sufrido un daño cerebral irreversible y permanente y se conoce el mecanismo del daño cerebral que conduce a la muerte cerebral/muerte por criterios neurológicos. Si un paciente está comatoso, apnéico y no tiene reflejos troncoencefálicos, pero no se ha identificado el mecanismo del daño que conduce a la muerte cerebral/muerte por criterios neurológicos, existe el riesgo de que los hallazgos clínicos se deban a un proceso reversible. De hecho, se han descrito varios casos en los que trastornos reversibles causados por otras enfermedades (por ejemplo, síndrome de Guillain-Barré, carcinomatosis leptomeníngea, mordedura de serpiente, botulismo, lesión de la médula cervical) imitaban la muerte cerebral.
Las personas que participen en la evaluación deben poseer las competencias y la formación necesarias y no deben tener conflictos de intereses (por ejemplo, no pueden participar quienes se dediquen al trasplante de órganos). Las guías especifican que también es deber de los médicos apoyar y orientar a las familias que se enfrentan a una decisión difícil: la comunicación debe ser clara, empática y concisa, el lenguaje debe ser sencillo y comprensible, y debe proporcionarse el apoyo emocional adecuado.
Consideraciones especiales
Las guías actualizadas incluyen nuevas consideraciones sobre aspectos o situaciones delicadas, como el consentimiento y el embarazo. Los expertos señalan que, desde el punto de vista médico-legal, la muerte con criterios neurológicos es equivalente a la muerte con criterios cardiopulmonares y que evaluar la muerte de forma oportuna y precisa forma parte de la responsabilidad profesional del médico. Por lo tanto, no es necesario obtener el consentimiento para iniciar la evaluación, a menos que existan normas institucionales o leyes estatales que especifiquen lo contrario.
Cuando es una mujer embarazada la que sufre un daño cerebral irreversible y permanente, es posible seguir sosteniendo sus órganos para que nazca el bebé, un intento que tiene éxito en algunos casos pero que acaba en aborto espontáneo o muerte intrauterina en otros. Los expertos recomiendan centrar la evaluación ética en el bienestar del feto. Por tanto, una vez constatada la muerte cerebral de la madre, los médicos que la atienden, asistidos por especialistas en medicina materno-fetal, neurología infantil y neonatología, deben discutir con los responsables de la toma de decisiones médicas en nombre de la paciente cuáles son los riesgos y beneficios para el feto si se siguen manteniendo las funciones vitales de la madre.