Los cabecillas de la organización se escudan en el corazón de África; engañaron a miles de víctimas y obtuvieron más de 8 millones de dólares.
Entre ellos hablaban en igbo, lengua que usan 60 millones de personas en Nigeria. Pero podían comunicarse perfectamente en el idioma de sus víctimas. Habían perfeccionado un método que les permitía encontrar en las redes sociales –sobre todo, en apps de citas– a personas vulnerables o influenciables. Creaban personajes y los investían de pasados e historias trágicas o heroicas. Podían ser médicos abnegados, científicos a punto de un descubrimiento crucial para la humanidad o veteranos de guerra. Generaban intimidad y confianza, enamoraban a sus incautas presas. Y lograban que les dieran dinero, mucho dinero. Esta organización transnacional hizo una fortuna con este truco. Incluso en Argentina. Y buena parte la destinaron a financiar actividades terroristas y de narcotráfico.
Una vez que los investigadores lograron traducir del igbo la charla que dos sospechosos ya no tuvieron ninguna duda de que estaban tras la pista correcta: “Siempre le envío los recibos completos. No hay nada que no hayamos hecho y que él no tenga el recibo completo. ¿Tú entiendes? Todos los recibos de todas las transacciones de estafas. Lo que yo, lo que nosotros, lo que todos hacemos aquí”, afirmó a su interlocutor Higi,, uno de los integrantes de una organización cibercriminal transnacional que, con aceitadas estafas con miles de damnificados, habrían conseguido alzarse con un botín de 8 millones de dólares.
Con ese método reiterado, pero en el que eran muy efectivos, valiéndose de lo que en el cibercrimen se conoce como “técnica de ingeniería social”, usada por los delincuentes para encontrar los puntos débiles de sus interlocutores y abrir brechas para ganar su confianza y timarlos, se alzaron con una fortuna. Ese dinero les permite, además de obtener réditos personales a los miembros de la organización, replicar la actividad criminal primaria.
Pero esos fondos malhabidos también han sido utilizados para financiar actividades de terrorismo y narcotráfico en todo el mundo, informaron a La Nación fuentes policiales y judiciales.
En los últimos días, detectives de la Policía Federal Argentina (PFA) detuvieron a 17 sospechosos de varias nacionalidades: nigeriana, haitiana, paraguaya y argentina. En los allanamientos se secuestraron celulares, computadoras y un millón 200 mil dólares apócrifos.