Los riñones son los encargados de filtrar las sustancias tóxicas de la sangre para que puedan ser eliminadas a través de la orina. En esta zona del organismo pueden formarse tumores malignos o benignos que aparecen en el propio tejido o en las vías urinarias. Estos tumores se originan en las células que revisten los túbulos renales, unos pequeños conductos que hay en la corteza renal.
Desde 2017 y por iniciativa de la Coalición Internacional contra el Cáncer de Riñón (International Kidney Cancer Coalition), cada tercer jueves del mes de junio se celebra el Día Mundial del Cáncer de Riñón, con el fin de sensibilizar y concienciar a la población en general y a los profesionales de la salud acerca de esta enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo. En 2020, en el mundo se diagnosticó esta patología a más de 430.000 personas. Es clave detectar el tumor cuando está en un estadio inicial, ya que ello garantiza una tasa de supervivencia muy alta.
El cáncer de riñón se categoriza en distintas tipologías, según las características de las células tumorales. El tipo más frecuente de cáncer renal es el 'de célula clara' que afecta al 75% de los casos. El segundo más frecuente es el de tipo papilar (15%) y el tercero, el cromófobo (5%). Existen otros subtipos celulares, pero en porcentajes poco representativos. En el segmento de los tumores benignos, los más frecuentes son los angiomiolipomas y los oncocitomas.
Más frecuente en hombres
Este tipo de cáncer se da en mayor proporción en hombres que en mujeres (1,5 casos en hombres por cada uno en mujeres) y mayoritariamente se desarrolla con más frecuencia a partir de los 60 o 70 años. El cáncer renal representa entre un dos y un tres por ciento de todos los cánceres y significa un 90% de los tumores sólidos originados en el riñón.
El número de casos nuevos de cáncer de riñón ha crecido durante varias décadas, pero esta tendencia se ha ralentizado en los últimos años. Entre 2009 y 2018, los casos se incrementaron aproximadamente un 1% cada año, en parte por el aumento del uso de nuevas pruebas de imagen que pueden detectar tumores renales de pequeño tamaño de forma inesperada cuando se realizan pruebas médicas por otro motivo no relacionado con el cáncer.
En Estados Unidos, la tasa de supervivencia a cinco años de los pacientes con cáncer de riñón es del 76%, aunque varía en función de cada caso y de diversos factores como el tipo de cáncer, el tipo de células y el grado de desarrollo de la enfermedad cuando se diagnostica por primera vez.
Unos dos tercios de los pacientes reciben el diagnóstico cuando el cáncer solo se encuentra en el riñón lo que implica que para este grupo la tasa de supervivencia a cinco años aumenta hasta el 93%. Si el cáncer de riñón se ha diseminado hacia otros tejidos u órganos de alrededor o los ganglios linfáticos regionales, la tasa de supervivencia a cinco años es del 71%. Sin embargo, si el cáncer se ha extendido a una parte alejada del cuerpo, la tasa de supervivencia a cinco años desciende hasta el 14%.
Está comprobado que existe una serie de factores de riesgo para el desarrollo de este tipo de cáncer. Algunos están relacionados con el estilo de vida. Por ejemplo, el tabaquismo, la hipertensión o la obesidad. También está el riesgo hereditario. Tener un familiar de primer grado que ha desarrollado un cáncer de riñón también aumenta las posibilidades de desarrollarlo. Otro factor claro de riesgo es la insuficiencia renal crónica, y más concretamente, la enfermedad renal quística adquirida.