Durante demasiado tiempo, el tratamiento del cáncer ha sido un arma de doble filo: los mismos tratamientos diseñados para matar las células cancerosas también son capaces de causa estragos en las sanas.
Ahora, un nuevo estudio publicado 'Immunity', revela un enfoque para el tratamiento del cáncer más preciso, duradero y menos tóxico que las terapias actuales.
El trabajo, dirigido por el investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, José Ramón Conejo-García, se centra en el uso innovador de anticuerpos IGA para atacar y destruir moléculas promotoras de tumores, que se encuentran en lo profundo de las células cancerosas y que durante mucho tiempo han eludido las existentes opciones de tratamiento, incluido el tratamiento con anticuerpos IGA.
«Se trata de un estudio de prueba de concepto, pero los resultados son muy prometedores -señala Conejo-García-. Creemos que este tratamiento podría usarse para atacar una amplia gama de mutaciones del cáncer».
El estudio se centró en un tipo particular de anticuerpo llamado IgA dimérica (digA). Su estructura especial le permite atacar mutaciones específicas relacionadas con PIGR, una proteína expresada en la superficie de prácticamente todas las células cancerosas epiteliales que contribuye al crecimiento y la supervivencia de las células cancerosas.
Una de esas mutaciones, KRAS G12D, es un conocido precursor de los cánceres más mortales. El estudio reveló que digA se une a proteínas mutadas y rebeldes y luego las expulsa de la célula en un proceso llamado transcitosis, deteniendo el crecimiento del tumor.
Cuando se probó en ratones, el anticuerpo específico KRAS G12D fue más eficaz para reducir los tumores cancerosos que los tratamientos actuales en pruebas clínicas. Los tratamientos con moléculas pequeñas a menudo tienen dificultades para llegar a ciertas células cancerosas, tienen vidas medias cortas y pueden causar efectos secundarios.
Los investigadores encontraron resultados similares con otra mutación cancerosa, IDH1 R132H, que se encuentra en lo profundo de las células cancerosas.
Los científicos han luchado por atacar la proteína KRAS mutada, pero los nuevos hallazgos sugieren que el anticuerpo diseñado de forma única puede alcanzar estas moléculas intracelulares.
Según los investigadores, los anticuerpos IGA tienen potencial para usarse como terapia dirigida contra mutaciones rebeldes que provocan cánceres comunes y agresivos, particularmente cánceres epiteliales como el de ovario, piel, colon, cuello uterino, próstata, mama y pulmón.
El sistema inmunológico es el único que tiene dos propiedades clave que lo hacen ideal para el tratamiento del cáncer: especificidad y memoria
«Esta es una nueva forma de atacar las células tumorales mediante el uso de un anticuerpo que es exquisitamente específico para mutaciones puntuales o moléculas que son verdaderamente específicas del tumor», afirma Conejo-García. «Al neutralizarlos y garantizar que estas moléculas promotoras de tumores sean expulsadas fuera de la célula, podemos detener el crecimiento del tumor».
A lo largo de su carrera, Conejo-García ha investigado formas de mejorar el sistema de defensa de nuestro cuerpo, el sistema inmunológico, para combatir ciertos tipos de cáncer.
Futuros tratamientos
Los resultados ofrecen una visión de futuros tratamientos contra el cáncer que son más personalizados, reducen el daño a las células sanas y mejoran la calidad de vida de los pacientes.
Los anticuerpos IGA son sólo una parte del innovador campo de la inmunoterapia. Tratamientos como los inhibidores de PD-1 y las células T CAR han demostrado remisiones duraderas del cáncer sin precedentes.
«El sistema inmunológico es el único sistema del cuerpo que tiene dos propiedades clave que lo hacen ideal para el tratamiento del cáncer: especificidad y memoria», señala Conejo-García. «El sistema inmunológico puede atacar específicamente las células tumorales y también puede recordar esas células para montar un ataque más eficaz si el cáncer regresa».
Los investigadores están refinando el anticuerpo para que sea más fácil de producir y administrar a los pacientes, con el objetivo de probarlo eventualmente en ensayos clínicos.