Una excelente noticia dieron recientemente un grupo de científicos internacionales al presentar el atlas más grande de células cerebrales humanas realizado hasta el momento: se trata de un mapa de la composición genética, celular y estructural del cerebro humano y del cerebro de primates no humanos.
Los estudios son fruto del trabajo de los científicos en la llamada Iniciativa BRAIN (Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies, en español Investigación del cerebro mediante el avance de neurotecnologías innovadoras) y la Red de Censo Celular (Cell Census Network, BICCN), un grupo de 10 institutos y centros de Estados Unidos y Europa que desde 2014 ha estado trabajando en la caracterización de los tipos celulares, y sus funciones, en los cerebros de humanos, de primates no humanos y de roedores. Sus objetivos son generar, mapear y compartir estos datos con la comunidad.
El trabajo, publicado en un paquete de 24 artículos en Science, Science Advances y Science Translational Medicine, ayudará al estudio de las enfermedades, la cognición y lo que nos hace humanos, entre otras cosas, dijeron los autores.
¿Por qué es importante esta investigación, que incluso se la compara con el Proyecto Genoma, que mapeó y secuenció el genoma humano por primera vez?
Infobae consultó a cinco expertos para conocer los alcances de este hito de la neurociencia: la doctora Lucía Schottlaender, médica neuróloga y directora científica del Instituto de Medicina Genómica del Hospital Universitario Austral; el doctor Marcos Fernández Suárez, médico neurólogo, especialista en Neurología Cognitiva en FLENI, de FASALUD Psiquiatría y Psicología, Chile; el doctor Gustavo Sevlever, director del Departamento de Docencia e Investigación de Fleni y los doctores Hernán Pavón del Servicio de Neurología del Hospital Alemán y Alejandro Caride, Jefe del Instituto de Neurociencias de la misma institución.
Para la doctora Lucía Schottlaender, “la magnitud del proyecto Brain Initiative es comparable al proyecto genoma humano por la dimensión de las investigaciones, los potenciales usos traslacionales y el libre acceso a los datos para promover la colaboración científica”.
Por su parte, el doctor Marcos Fernández Suárez, desde Chile, expresó a Infobae que en comparación con la secuenciación del genoma humano, este trabajo es de una magnitud similar o tal vez superior: “Estamos hablando de épocas diferentes en las que se desarrollaron estos proyectos de investigación y ahora se dispone de muchos más medios tecnológicos y que probablemente no podrían haber hecho este trabajo sin el conocimiento previo del genoma humano. Pero sí, tiene una magnitud enorme no solo por la cantidad de científicos involucrados sino por lo detallado de sus descripciones”.
El doctor Gustavo Sevlever explicó que este proyecto es enormemente importante para la comunidad neurocientífica: “Si se lo quiere comparar con la secuenciación del genoma humano, la magnitud de este proyecto es mucho más compleja. Este proyecto está lidiando con un órgano que tiene 86.000 millones de neuronas, otro tanto de células no neuronales y cuatrillones de conexiones. O sea, la complejidad es muchísimo mayor y, por otra parte, recién estamos empezando a entender esta complejidad”.
A su vez, el doctor Hernán Pavón, expresó a Infobae que la comparación con la secuenciación del genoma humano puede ser lógica en términos de volumen de trabajo y del hecho de un trabajo colaborativo a gran escala. “Sin embargo, la aplicabilidad directa de este descubrimiento todavía no es tan inmediata, aunque sin dudas que abre la puerta al tratamiento de algunas enfermedades neurológicas de alta prevalencia y a la comprensión de los mecanismos de producción de muchas patologías”, dijo.
“A pesar de la euforia por los nuevos resultados generados con tecnologías de secuenciación a gran escala, no nos darán todas las respuestas”, resumió a Veja Marcos R. Costa, doctor en Neurociencias y profesor del Brain Institute, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sur Norte (UFRN). “Aún será necesaria mucha neurociencia antes de que podamos, quizás algún día, comprender a nivel celular y molecular cómo el cerebro codifica la información”, afirmó el médico.
Para el doctor Alejandro Caride, “la Iniciativa Brain en conjunto con Cell Census Network es muy importante porque “caracterizaron tipos celulares de la corteza cerebral en humanos y en primates, junto con un atlas del transcriptoma” (filamentos del ARN, que copian al ADN para secuenciar la síntesis de una proteína) y el estudio de la epigenómica (proteínas del medio que influyen sobre los interruptores de copia del genoma)”.
Y citó el ejemplo del estudio de Kimberly Siletti, una neurocientífica del Centro Médico Universitario de Utrecht en los Países Bajos, “que pudo realizar un atlas del transcriptoma, al secuenciar ARN de 3.000.000 de células de 106 lugares del cerebro humano. Esto permitió documentar 461 categorías de más de 3000 subtipos celulares. Todas las células cerebrales humanas contienen la misma secuencia de ADN, pero cada tipo celular posee un transcriptoma propio, que confiere sus características y su red sináptica. Este consorcio está trabajando en identificar los interruptores que activan o bloquean la expresión genética y su relación con la epigenómica”.