Estos porcentajes sobre el VIH y la salud mental, sacados, entre otros, de un estudio realizado en 2019 por el Hospital Universitario de La Paz de Madrid que contó con el apoyo de Gilead, avalan una realidad que sin embargo está infradiagnosticada.
Para conocer el tema de cerca y con ocasión del Día Mundial del Sida, EFEsalud ha entrevistado a José Muñoz Moreno, psicólogo clínico, doctor en neurociencias y miembro de GeSIDA, que es el grupo de estudio de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc)
Estas han sido sus respuestas a las siguientes preguntas.
¿Cuáles son los trastornos más frecuentes?
En las personas con VIH hay diferentes problemas de salud mental y, en gran parte, tienen que ver con problemas emocionales, ya sea de estado ánimo o de ansiedad, y se ha visto incluso que pueden ser bastante frecuentes.
Hay muchos estudios realizados sobre el tema y las tasas de depresión o de alteración del estado de ánimo se sitúan alrededor del 50 %, pero oscilan mucho las prevalencias. También ocurre que ha ido cambiado mucho la población con VIH y eso hace que hoy día contemos con muchos perfiles diferentes.
El insomnio es un trastorno que es altamente referido por las personas con VIH, algunos estudios hablan incluso del 90 %, pero creemos que por cuestiones metodológicas, lo podríamos situar hoy en un 70 %, claro que siempre depende del estudio y la población que mires.
Tambien hay otro tipos de trastornos psicológicos relacionados con el estado fisiológico. Por ejemplo, las mujeres padecen trastornos hormonales, pero están referido en proporciones inferiores a los problemas del estado de ánimo referidos.
¿Las personas con VIH tienen doble probabilidad de padecer este tipo de trastornos?
Sí, tienen más probabilidad de sufrirlos por varios motivos.
El primero, porque a menudo la forma de infectarse es ya un problema de base, es decir la forma que tenemos de protegernos cuando mantenemos relaciones sexuales tiene que ver mucho con la autoestima y cómo nos cuidamos.
Segundo, cuando alguien se infecta y tiene que convivir con un nuevo problema de salud, lógicamente esto desencadena o puede desencadenar problemas de salud psicológica.
Y la tercera razón, de la que yo no soy muy partidario, apunta al efecto biológico del virus. Hay estudios que dicen que el virus interviene cerebralmente en determinadas zonas, que hacen que aparezcan problemas mentales y los trastornos cognitivos son un ejemplo, y ello provoca peor memoria, menor fluidez verbal, baja concentración…
A nivel psiquiátrico dicen que también, es decir, que la depresión y otros problemas mentales tienen que ver con esto.
VIH y salud mental, la influencia de los fármacos
¿Influyen los fármacos antirretovirales?
Para mí no es muy importante ese aspecto, en el sentido de que los efectos secundarios por el tratamiento de los antirretrovirales son poco frecuentes porque estos fármacos han evolucionado mucho.
Y sí alguna vez ocurren, están relacionados con el sistema nervioso, pero suelen ser leves, es decir no son severos ni siquiera moderados, y suelen desaparecer.
Esencialmente implican o bien cefaleas o dificultades para dormir, pero insisto que este tema para mí, hoy en día, no es muy relevante, y los beneficios del tratamiento antirretoviral son tantos que es una cuestión menor.
Por ejemplo, el tratamiento antirretroviral mejora los trastornos cognitivos de forma clara, al igual que el estado de ánimo y la ansiedad.
Lo que ocurre es que algunos antirretrovirales, solo algunos y específicamente, pueden originar síntomas concretos del sistema nervioso, como dolor de cabeza y cefaleas o insomnio.
Pero, por ejemplo, no provoca más ansiedad ni un peor estado de ánimo, ni tampoco más problemas de memoria, es más bien al contrario.
Otra cosa también es cuando pasan años y el tratamiento antirretroviral de largo recorrido puede ser que en algunas personas más vulnerables provoque algunos síntomas, pero tampoco es un tema mayor hoy en día.
¿Y qué supone recibir el diagnóstico y el posterior estigma y fatiga del tratamiento?
Cuando recibes el diagnóstico, lógicamente el impacto puede ser grande, pero no todo el mundo reacciona igual, unos peor y otros mejor…. y claro que se pueden dar las fases iniciales del duelo de evitación y negación.
En cuanto al estigma, hoy en día desgraciadamente aún existe y existe la discriminación, pero es cierto que hemos evolucionado como sociedad, y en el caso de España ha ido cambiando pero persiste y sigue habiendo mucha culpabilización y muchas creencias erróneas…que son estigmatizadoras y sí influyen en la salud mental de los pacientes, en mayor o menor medida, dependiendo de la persona, su situación emocional, familiar, laboral… y el estilo psicológico de cada uno.
En esto no podemos generalizar, pero sí en cambio en relación a los recursos que se destinan a la salud mental de las personas con VIH, que son insuficientes, y somos muy pocos profesionales en España dedicándonos a esta tarea.
Y sobre la fatiga del tratamiento claro que también influye en la salud mental. Nosotros lo vemos como un impacto de la cronicidad, que llamamos, y se ve a diferentes niveles: uno es la propia cronicidad de la infección o de la enfermedad, es decir mientras más años hace que tienes el VIH más problemas de salud tienes, y eso tiene un impacto, a nivel de agotamiento emocional y físico.