Una mujer sueca de 50 años, cuya identidad se mantiene en secreto, ha experimentado un impresionante avance en el campo de la prostética al recibir una prótesis de última generación conocida como Mia Hand.
Esta prótesis, desarrollada por la empresa italiana Prensilia y financiada por la Comisión Europea, está marcando un hito en la tecnología de prótesis al fusionarse de manera revolucionaria con los huesos, músculos y nervios del usuario.
La historia de esta mujer es conmovedora. Perdió su mano en un trágico accidente agrícola, lo que cambió su vida de manera irreversible. Sin embargo, la Mia Hand ha devuelto a esta valiente persona una nueva esperanza y calidad de vida.
Lo que hace que esta prótesis sea excepcional es su capacidad para conectarse directamente a los huesos, músculos y nervios del usuario. Esta conexión crea una interfaz hombre-máquina que permite que la inteligencia artificial interprete las señales cerebrales y las traduzca en movimientos precisos y naturales.
La usuaria ha recuperado un sentido limitado del tacto y puede controlar individualmente los cinco dedos biónicos con una tasa de éxito del 95%, lo que le permite llevar a cabo tareas cotidianas con facilidad y precisión.
Uno de los aspectos más notables de esta tecnología es la reducción significativa del dolor fantasma que la mujer solía experimentar. Según sus propias palabras, el dolor solía ser tan insoportable que sentía como si su mano estuviera siendo sometida a una tortura. La Mia Hand no solo le ha devuelto la funcionalidad, sino también una mejor calidad de vida al aliviar su sufrimiento.
Para que la prótesis pudiera conectarse de manera efectiva, se implantaron dos dispositivos en el cúbito y el radio de su brazo. Además, se realizó un injerto muscular de su pierna para conectar los músculos y nervios seccionados de su muñón, permitiendo una conexión más sólida y natural con la prótesis.
Esta innovadora tecnología no solo proporciona un mayor confort en comparación con las prótesis convencionales, sino que también tiene electrodos sensoriales incrustados en el interior de la mano robótica, lo que permite una percepción neural directa de manera uniforme y confiable.
Esta es la primera vez que una mano robótica con electrodos internos demuestra su viabilidad a largo plazo en casos de amputaciones por debajo del codo.
Este avance marca un punto de inflexión en la ciencia de las prótesis y ofrece una nueva esperanza a quienes han perdido una extremidad.
La Mia Hand es un ejemplo de cómo la colaboración internacional y la investigación innovadora pueden cambiar vidas y allanar el camino hacia un futuro en el que la discapacidad no sea un obstáculo infranqueable.