Jaime Lozano sustrajo el manual de Julian Nagelsmann de la caja de caudales.
La mejor exhibición de México bajo el ministerio táctico de Jaime Lozano, y con el respaldo emocional, físico y devoto de sus jugadores. Así, empata 2-2 con una Alemania con ansias de resurrección y renacimiento. 2-2 que a pesar de la parquedad del marcador, termina dejando ricas conclusiones al Tri.
Si bien México aún debe confrontar exigencias y amonestaciones, poco hay que recriminarle en factores de alto calibre en el futbol mundial: disciplina, orden, voluntad, rabia, intensidad y una lealtad táctica a las ordenanzas de su entrenador.
Jaime Lozano sustrajo el manual de Julian Nagelsmann de la caja de caudales. Le mordió las salidas desde el fondo, hasta donde pudo bloqueó los enroques de mediocampistas y atacantes, y fue restringiendo los impulsos de sus laterales. Claro, las estrategias se perfeccionan en los desplantes individuales. Por eso el 1-0 de Antonio Rüdiger y por eso el 1-1 de Uriel Antuna.
Un primer tiempo intenso. Los entrenadores cumplían su palabra. Sólidos sin el balón, audaces con él, había dicho Jaime Lozano. Ganar es la estrategia de los alemanes, había advertido Julian Nagelsmann.
Y la fiesta es completa. El coliseo de las Philadelphia Eagles se engalanó de ese Tricolor patentado por Alex Lora, pero propiedad legítima de los mexicanos y su selección. Una muchedumbre irrefrenable en la coreografía extenuante de la ola, los alaridos, los saltos, los aplausos, los vituperios. Pocas veces los boletos que pagan por su Tri, se ven tan bien recompensados como esta noche de martes.