Hubo una época en que solo estaba enfocada en trabajar. Las pausas entorpecían mis objetivos, me molestaban los días feriados, más si estaban atravesados en la semana porque sentía que perdía un día para producir, crear, generar acciones dentro del inmenso engranaje laboral. Las vacaciones eran una obligación, tomaba lo mínimo posible y luego acumulaba días que usaba al año siguiente sin querer.
Pero después que salía, no quería regresar. La recarga de energía era inmensa, la inspiración para regresar con nuevas ideas, el color de mi piel color neón de oficina se veía fresco, saludable. Obviamente todos necesitamos esa pausa, pero lo que no sabía en ese entonces, por supuesto, era el inmenso favor que le estaba haciendo a mi salud. Más allá del despeje emocional de tomar una pausa, las vacaciones favorecen al organismo físicamente, ayudan a prevenir enfermedades e incluso una muerte prematura.
Y es que las consecuencias principales de no tomar vacaciones oportunamente se reflejan en los niveles de estrés, y justamente un estudio reciente ha revelado que el estrés crónico está relacionado estrechamente con un mayor riesgo de padecer todo tipo de enfermedades como problemas digestivos, aumentar el riesgo de algunos tipos de cáncer, aumentar la presión arterial y además, problemas de sueño y de salud mental, como mermar las capacidades cognitivas, de aprendizaje y de memoria.
En este sentido, la psicóloga Erin Engle, PsyD, del Centro Médico Irving NewYork-Presbyterian/Columbia University, consultada por The Healthy, dice que el estrés crónico puede afectar nuestra capacidad de ser productivos y de nuestro sistema inmune y, justamente, las vacaciones rompen el ciclo del estrés, impidiendo que se convierta en una condición crónica.
Quienes toman vacaciones como corresponde, demuestran tener mayor sensación de bienestar y, además, realmente manifiestan menores niveles de estrés. Así lo demuestra un artículo publicado en Journal of Happiness Studies que comparó estos individuos con quienes no disfrutaban de sus vacaciones.
Asimismo, una investigación orientada a medir diversos valores de felicidad con relación a las vacaciones concluyó, entre otras cosas, que quienes disfrutan vacaciones regularmente demuestran niveles más altos de satisfacción con la vida e incluso esto incluye el periodo de planificación.
Además de todo, y lo más importante, es que tomando vacaciones no solo mantenemos a raya el estrés y sus consecuencias, y obtenemos beneficios emocionales, sino que alejamos las posibilidades de muerte prematura. Un estudio que tomó 40 años, publicado por la Sociedad Europea de Cardiología, arrojó que “tomar vacaciones podría prolongar la vida”, e incluso uno de sus autores, el profesor Timo Strandberg, de la Universidad de Helsinki dijo que un estilo de vida saludable no compensa el no tomar vacaciones.
Además, la investigación concluyó que quienes tomaban menos de tres semanas de vacaciones anuales contaban con un mayor riesgo de muerte prematura, en un 37%, con lo cual ese podría considerarse el número mínimo de días que deberíamos alejarnos de los compromisos laborales.
Strandber agregó además que “la reducción del estrés es una parte esencial de los programas destinados a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Los consejos sobre el estilo de vida deben combinarse sabiamente con tratamientos farmacológicos modernos para prevenir eventos cardiovasculares en personas de alto riesgo”.
Datos interesantes para vacacionar
Una investigación realizada por la Asociación de Viajes de Estados Unidos, arrojó algunos datos que complementan el argumento de lo necesarias que son las vacaciones para la salud. En su estudio encontraron que quienes planifican sus vacaciones a principios de año disfrutan de más tiempo libre y “son más saludables en muchos aspectos de la vida”.
Además, quienes se toman el tiempo de planificar las vacaciones muestran ser más felices en general, lo que se refleja en sus relaciones personales, su trabajo y su salud.
Por último, otro dato interesante es que la Generación X es la que tiene mayor disposición de tomar vacaciones para evitar el agotamiento, en un 63%, contra un 55% de los Millennials y los Baby Boomers.