Si has pasado tiempo en internet recientemente, es probable que hayas oído hablar de la resistencia a la insulina. Los pacientes de fármacos inyectables como Ozempic™ hablan de ella. Los entusiastas del fitness sugieren rutinas de ejercicio para revertirla.
Los influentes comercializan suplementos que supuestamente la contrarrestan. Pero, ¿qué es exactamente la resistencia a la insulina y cómo puedes saber si la padeces?
Una hormona crucial
La insulina es una hormona segregada por el páncreas que resulta crucial para convertir los alimentos en energía o almacenarla para después. Cuando los niveles de glucosa en sangre aumentan después de comer, el páncreas responde produciendo insulina. La insulina, a su vez, ayuda a las células a utilizar el azúcar y devuelve la cantidad de glucosa en el torrente sanguíneo a un nivel normal.
Cuando una persona es resistente a la insulina, su organismo no responde a la insulina después de las comidas con la eficacia que debería. Esto significa que las células no absorben suficiente glucosa. El páncreas produce entonces más insulina para facilitar el proceso. Al final, el páncreas es incapaz de mantener el ritmo.
“Al cabo de varios años, el nivel de azúcar en sangre empieza a estar alto después de comer, lo que da lugar a lo que llamamos prediabetes”, explicó Ruchi Mathur, endocrinóloga del Cedars-Sinai de Los Ángeles.
Un nivel de glucemia en ayunas de entre 100 y 125 mg/dl se considera prediabetes. Si los niveles de glucosa no se tratan y superan los 125 mg/dl, se diagnostica diabetes de tipo 2.
Quiénes deben preocuparse
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), 37,3 millones de adultos padecen diabetes y 96 millones —o más de un tercio de los estadounidenses— tienen prediabetes. Dado que la resistencia a la insulina es precursora de ambas, los investigadores estiman que el número de personas con resistencia a la insulina es mucho mayor.
“La mayoría ni siquiera sabe que la tiene”, dijo Mary Vouyiouklis Kellis, endocrinóloga de la Clínica Cleveland.
Las personas con ciertas afecciones genéticas, como distrofia miotónica o lipodistrofia, suelen tener resistencia a la insulina. Pero, con mayor frecuencia, las personas desarrollan resistencia a la insulina como resultado de una mezcla de factores sociales y biológicos, dijo Kellis. Por ejemplo, si tienes antecedentes familiares de diabetes de tipo 2, es más probable que padezcas resistencia a la insulina. Si te han diagnosticado un alto nivel de grasa en la sangre, como triglicéridos altos, colesterol LDL alto o colesterol HDL bajo, también puedes tener un riesgo mayor. Se sabe que las personas negras, hispanas, nativas estadounidenses, nativas de Alaska y asiáticas tienen un riesgo mayor.
Los datos dan a entender que la resistencia a la insulina también aumenta con la edad, a medida que disminuye la función pancreática. También es más probable que se produzca en personas menos activas físicamente o con una dieta inadecuada.
Ciertos medicamentos aumentan temporalmente el riesgo de resistencia a la insulina, entre ellos una clase de esteroides llamados glucocorticoides, algunos antipsicóticos y algunos medicamentos contra el VIH, dijo Kellis. Algunas enfermedades metabólicas u hormonales también están asociadas a la resistencia a la insulina, como la hipertensión arterial, las cardiopatías, la enfermedad hepática grasa no alcohólica y el síndrome de ovario poliquístico (SOP).
Cuáles son las señales tempranas de resistencia a la insulina
Para determinar si una persona tiene resistencia a la insulina, los médicos se basan en muchos de los mismos indicios y análisis de sangre que se utilizan para la prediabetes y la diabetes, como los que miden los niveles de glucosa o la hemoglobina A1C. “Es un poco de arte y ciencia”, afirmó Mathur.
El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos recomienda que todos los adultos de 35 a 70 años se sometan a pruebas de prediabetes si tienen sobrepeso o son obesos.
La Asociación Estadounidense de Diabetes (ADA por su sigla en inglés) también recomienda realizar pruebas de detección a los adultos que presenten otros factores de riesgo de diabetes, como un pariente cercano con diabetes de tipo 2, un diagnóstico de síndrome de ovario poliquístico, antecedentes de diabetes gestacional o afecciones clínicas asociadas a la diabetes.
Todos los adultos deberían empezar a hacerse la prueba a los 45 años, según la ADA, aunque no tengan ningún factor de riesgo. Y si tus resultados son normales, pero notas síntomas o desarrollas algún factor de riesgo de diabetes, debes pedir que te vuelvan a hacer la prueba al menos cada tres años.
A menudo, no aparecen signos evidentes hasta meses o años después de que el organismo haya estado teniendo dificultades para controlar la insulina y los niveles de azúcar en sangre. Cuando aparecen, algunos de los primeros indicadores suelen estar relacionados con la reacción del cuerpo después de las comidas.
Sientes hambre o cansancio todo el tiempo. Como el organismo no absorbe la glucosa con eficacia, es posible que la comida no le aporte mucha energía. Como resultado, puedes sentirte excesivamente fatigado y tu cerebro puede seguir indicándote que necesitas comer más dulces o comidas ricas en carbohidratos.
Has ganado peso. Cuando el cuerpo empieza a quedarse sin lugares donde almacenar el exceso de glucosa en el hígado y los músculos, empieza a convertir el azúcar sobrante en grasa. Esto puede agravar el problema: más grasa corporal puede empeorar aún más la resistencia a la insulina.
Las investigaciones demuestran que la grasa visceral, que rodea los órganos del abdomen, libera ácidos grasos, hormonas y moléculas proinflamatorias en la sangre. La inflamación a largo plazo y el aumento de la grasa circulante están asociados a la resistencia a la insulina.
Si bien el perímetro de la cintura no sirve para diagnosticar problemas de salud, los médicos lo utilizan para detectar posibles riesgos. Se considera que los hombres con un perímetro de cintura superior a 101 centímetros y las mujeres no embarazadas cuyo perímetro de cintura es superior a 89 centímetros tienen un mayor riesgo de resistencia a la insulina. Es posible tener altos niveles de grasa nociva en las células aunque la cintura sea más pequeña, indicó Gerald I. Shulman, catedrático de medicina de la Universidad de Yale y codirector del Centro de Investigación sobre la Diabetes de la universidad.
Tienes manchas oscuras en la piel o papilomas cutáneos. Algunas personas con una resistencia a la insulina más avanzada desarrollan también papilomas cutáneos o una afección denominada acantosis nigricans. Según Shulman, puede tratarse de manchas oscuras en pliegues corporales como la nuca, el cuello, las axilas o la ingle, y añade que los médicos suelen observar estos cambios cutáneos en personas con síndrome de ovario poliquístico y resistencia a la insulina.