Dos fármacos de terapia génica para la hemofilia, los primeros, ya han obtenido la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) y ahora está pendiente su autorización y posible financiación publica (es una estrategia terapéutica costosa) por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) del Ministerio de Sanidad.
“Hace unos años no lo podíamos imaginar. La terapia génica en un futuro se perfeccionará, se encontrará una combinación ideal, que permita una curación total de la enfermedad”, afirma a EFEsalud el doctor Víctor Jiménez Yuste, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).
¿Qué es la hemofilia?
La hemofilia es una enfermedad ligada al cromosoma X y su origen se encuentra en una alteración genética que causa déficit de las proteínas factor VIII (hemofilia A, la más común) y factor IX (hemofilia B, la más grave), que impiden una coagulación adecuada de la sangre y, por tanto, riesgo de sangrados tanto externos como internos.
La hemofilia es grave cuando tiene menos del 1% de factores de coagulación en plasma, lo que provoca hemorragias espontáneas graves; hasta el 5% de proteína es moderada y hay pacientes que no sangran si no median lesiones o traumatismos; y por encima del 5% y hasta un 20-40% de proteína es leve y solo hay hemorragias ante lesiones o cirugías que lo provoquen.
La clave de la hemofilia para que la calidad de vida del paciente se normalice y no se vea afectada por esta enfermedad está en administrar un tratamiento preventivo, una proteína que eleve los factores de coagulación en sangre y evite los sangrados.
Esta profilaxis se aplica cada 2 ó 3 días y se la puede administrar el propio paciente que, por lo general, puede hacer vida normal.
La hemofilia es una enfermedad hereditaria donde las mujeres suelen ser portadoras, aunque en ocasiones también pueden desarrollar la enfermedad.
Cómo funciona la terapia génica en hemofilia
La terapia génica es una técnica que consiste en añadir el gen correcto que produce el factor de coagulación de la sangre en el núcleo de las células que generan tanto el factor VIII como el IX, ambos se sintetizan en el hígado.
Para hacer llegar ese gen que haga las funciones del que está alterado se utiliza como vehículo un virus (un adenovirus asociado) que llega al núcleo de las células del hígado y añade ese material genético que produce el factor de coagulación.
La terapia génica es posible porque la hemofilia es monogénica, solo un gen está alterado, y también porque no hace falta alcanzar grandes niveles de factor de coagulación para tener una mejoría de la enfermedad que, además, se puede medir fácilmente en sangre, explica el doctor Jiménez Yuste, también jefe de Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
Los primeros fármacos
La EMA dio luz verde en 2022 a los dos primeros fármacos de terapia génica: Roctavia (de la compañía Biomarín) para hemofilia A y Hemgenix (del laboratorio CSL Behring) para hemofilia B, que suponen un tratamiento para adultos de un solo uso por vía intravenosa y que solapan con la profilaxis hasta que a las pocas semanas son capaces ya de producir factor de coagulación por sí mismos.
Los resultados de los ensayos clínicos de Roctavia aumentan el factor de coagulación VIII de la hemofilia A en un 20% y el factor IX de la hemofilia B en más del 30%.
“Aunque no es una normalización total de los niveles de coagulación, sí es una normalización de la vida de los pacientes. Conseguir estos niveles supone que no haya hemorragias espontáneas”, explica el hematólogo.
Y precisa: “Aunque supone un cambio radical, todavía ante un traumatismo grave o una cirugía mayor es necesario tratar a los pacientes con profilaxis”.
Tras la infusión del fármaco para la hemofilia A se produce un pico muy alto de producción de factor de coagulación que va bajando y que se mantiene durante un mínimo de 6 ó 8 años.
En el caso de la terapia génica para la hemofilia B, el pico no es tan elevado, el nivel de producción es más constante y “hay simulaciones matemáticas que apuntan a una duración de 25 ó 30 años”, indica el especialista de la SEHH.
Una nueva administración del fármaco si con los años se pierde factor de coagulación es algo que todavía no se ha determinado.
Además de la durabilidad de la expresión del factor de coagulación, también se produce como efecto secundario, en algunos pacientes, una reacción inmunológica al recibir el hígado un elemento extraño (el virus que transporta el material genético) y puede producir un aumento de las transaminasas, algo transitorio pero que requiere un tratamiento de corticoides.