El gluten, esa proteína que a menudo se asocia con los productos horneados y los cereales, es el centro de atención para quienes padecen enfermedades relacionadas con él: la enfermedad celíaca y la intolerancia al gluten.
Aunque ambas afecciones pueden desencadenar síntomas similares, hay diferencias cruciales que deben conocerse para gestionar adecuadamente la salud digestiva.
La enfermedad celíaca es una afección autoinmune seria que afecta a aproximadamente 1 de cada 100 personas en todo el mundo, según el doctor Sarmed Sami, gastroenterólogo en Mayo Clinic Healthcare en Londres.
En las personas con enfermedad celíaca, el consumo de gluten desencadena una respuesta autoinmune que daña las células del intestino delgado. Esto puede llevar a síntomas graves como diarrea, fatiga, pérdida de peso, hinchazón y anemia, además de complicaciones a largo plazo.
Por otro lado, la intolerancia al gluten, aunque más común, no involucra una respuesta autoinmune ni daño celular. Según el Dr. Sami, es más una sensibilidad al gluten en la que las personas pueden experimentar malestar gastrointestinal, como diarrea, después de consumir gluten. Sin embargo, a diferencia de la enfermedad celíaca, la intolerancia al gluten no suele causar daño a largo plazo en el intestino.
Un indicador clave para diferenciar estas dos condiciones es la reacción ante el gluten. En la intolerancia al gluten, los síntomas suelen aparecer de manera inmediata después de la ingestión de gluten, mientras que en la enfermedad celíaca, el daño al intestino es un proceso más lento y los síntomas pueden no ser tan inmediatos.
La importancia de un diagnóstico preciso es fundamental. Para diagnosticar la enfermedad celíaca, se realizan pruebas de sangre para detectar niveles elevados de anticuerpos en respuesta al gluten. Si los resultados son positivos, se pueden realizar biopsias mediante una endoscopia para verificar el daño en el intestino delgado.
El Dr. Sami advierte que eliminar el gluten de la dieta antes de la evaluación médica puede conducir a resultados falsos negativos en las pruebas de sangre para enfermedad celíaca. Por lo tanto, es crucial realizar estas pruebas antes de realizar cambios en la dieta.
En cuanto al manejo, las personas con enfermedad celíaca deben eliminar completamente el gluten de su dieta para prevenir daños adicionales en el intestino. Por otro lado, aquellos con intolerancia al gluten pueden ajustar su consumo de gluten según su nivel de sensibilidad. Algunos pueden tolerar pequeñas cantidades, mientras que otros pueden requerir una reducción más significativa.
El Dr. Sami enfatiza que no hay evidencia de que una dieta sin gluten sea más saludable para las personas sin enfermedad celíaca o intolerancia al gluten. En muchos casos, los problemas digestivos pueden estar relacionados con otros componentes de los alimentos, como grasas y azúcares, en lugar del gluten en sí mismo.
Comprender las diferencias entre la enfermedad celíaca y la intolerancia al gluten es esencial para una atención médica adecuada y una gestión efectiva de la salud digestiva. El gluten puede ser un desafío para algunas personas, pero para la mayoría de nosotros, no hay razón para eliminarlo de nuestra dieta sin una causa médica válida.