En algún momento leí que en la lengua podía notarse si estábamos suficientemente hidratados pues se marcaban las muelas en los laterales, dejando como unas hendiduras en su blanda superficie. Luego leí que no era que debía tomar más agua, sino que podría tratarse un problema de nutrición, y más tarde supe que simplemente apretamos la lengua contra los dientes. No había nada claro, pero ahora sí lo es que el color y aspecto de este órgano puede decirnos mucho de nuestra salud.
Y es que la lengua, me parece, ha sido subestimada. Mucho más que ayudarnos con la percepción de los sabores y el habla, sus funciones evidentes, este órgano tiene muchas tareas importantes. Por ejemplo, es esencial en el proceso de masticación de los alimentos, pues los mueve dentro de la boca; es fundamental en la deglución y en la producción de saliva, ayuda con la limpieza de la boca cuando nos permite eliminar restos de comida, y nos ayuda a hacer sonidos, a cantar y hasta a hacernos sentir placer por las sensaciones que percibe al tacto.
Más allá del cepillado de lengua, favorable para la higiene bucal, debemos atender otras señales, como su color, pues puede darnos pistas acerca de nuestro estado de salud. No en vano el médico nos manda a abrir la boca y sacar la lengua en cada chequeo anual.
Un artículo reciente de la Universidad de Harvard señala que, en principio, en el aspecto de la lengua debe destacar su color rosado claro, y que puede tener una sutil pigmentación violeta o marrón en poblaciones africanas, asiáticas y mediterráneas, y es posible que tenga un toque de cobertura blanca.
Su forma suele ser redondeada y simétrica y es posible que de cerca observemos las papilas que tienen fines específicos como sentir la temperatura, percibir los sabores y de fricción para ayudarnos a generar el bolo alimenticio.
Por supuesto que al comer o beber, algunos residuos quedarán en nuestra lengua y es posible que la manchen. El café, el té, las golosinas con colorantes, los condimentos como el curry, entre otros, pueden dejar sus marcas, pero estas no son indelebles. Estos colores quedan temporalmente allí y con higiene y una correcta hidratación pronto tiene su color característico.
Ahora bien, si observamos una capa gruesa de color blanco o llagas del mismo color es posible que tengamos un crecimiento excesivo de levadura en la boca, candidiasis bucal, y esto puede ser ocasionado por enfermedades como la diabetes, o el VIH. También puede responder a efectos secundarios de tratamientos contra el cáncer, o el consumo de antibióticos. Es posible que hábitos como el tabaquismo, y el uso de dentaduras postizas, también ocasionen estas marcas.
Por otra parte, la Clínica Dental Luz en España señala que una lengua pálida o blanquecina puede ser signo de anemia o falta de vitaminas y nutrientes o de deshidratación. Esta misma institución destaca que si observamos una fina capa amarillenta puede ser que estamos teniendo una mala higiene bucal, y que esta capa está formada por células descamativas, bacterias, residuos de alimentos, con lo cual también estará acompañada de mal aliento.
Si la lengua está demasiado roja, puede ser síntoma de escarlatina, enfermedad causada por una infección estreptocócica y que viene acompañada de sarpullido, dolor de garganta y fiebre; pero también podemos estar ante una deficiencia de vitamina B12, la cual además es esencial para el buen funcionamiento del cerebro.
El artículo de la Universidad de Harvard también indica que si se presentan manchas rojas que no duelen pero que parecen cambiar de lugar, es posible que se trate de una lengua geográfica, lo cual es completamente inofensivo, y cuyas causas no están completamente claras, según se explica en la Clínica Mayo.
Por último, y quizás lo más preocupante, es el color negro o marrón y la textura que parece peluda. Esto se denomina lengua vellosa negra y ocurre cuando las papilas se alargan demasiado y acumulan bacterias, residuos alimenticios, colorantes y suciedad. Algunos hábitos como fumar, tomar café o té negro en exceso, incluso algunos medicamentos, son factores de riesgo.
En todo caso, lo más recomendable es que si sentimos molestias, dolor, irritación, manchas y coloración que no desaparece acudamos al especialista, quien podrá determinar las causas de la afección.
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