La exposición crónica a diversos agentes contaminantes en el aire se ha relacionado con un mayor riesgo de sufrir un accidente cardiovascular, pero los efectos a corto plazo han sido menos estudiados. Una revisión que incluye 110 trabajos y más de 18 millones de casos de ictus muestra que la exposición reciente -en los cinco días previos al accidente cerebrovascular- también aumenta la probabilidad de sufrir este tipo de episodios. Los resultados se publican en la revista 'Neurology'.
Los investigadores contemplaron contaminantes como el dióxido de nitrógeno, el ozono, el monóxido de carbono y el dióxido de azufre.
También analizaron diferentes tamaños de partículas, incluidas PM1, que es contaminación del aire que tiene menos de 1 micrón (μm) de diámetro, así como PM2,5 y PM10. Las PM2,5 o menos incluyen partículas inhalables provenientes de los gases de escape de los vehículos de motor, la quema de combustibles en centrales eléctricas y otras industrias, así como incendios forestales y de pastos. PM10 incluye el polvo de las carreteras y las obras de construcción.
Los resultados mostraron que aquellas personas que estuvieron expuestas a una mayor concentración de varios tipos de contaminación del aire tuvieron un mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral. Las concentraciones más altas de dióxido de nitrógeno se relacionaron con un aumento del 28 % en el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular; los niveles más altos de ozono estaban relacionados con un aumento del 5%; el monóxido de carbono tuvo un aumento del 26%; y el dióxido de azufre tuvo un aumento del 15%.
Una mayor concentración de PM1 se relacionó con un aumento del 9% en el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, con PM2,5 en un 15% y PM10 en un 14%.
Los niveles más altos de contaminación del aire también se relacionaron con un mayor riesgo de muerte por accidente cerebrovascular. Las concentraciones más altas de dióxido de nitrógeno se relacionaron con un aumento del 33% en el riesgo de muerte por accidente cerebrovascular, el dióxido de azufre, un aumento del 60%, PM2,5, un aumento del 9% y PM10, un aumento del 2%.
«Existe una asociación fuerte y significativa entre la contaminación del aire y la aparición de accidentes cerebrovasculares, así como la muerte por accidente cerebrovascular dentro de los cinco días posteriores a la exposición», señala el autor del estudio, Ahmad Toubasi, de la Universidad de Jordania en Ammán. «Esto resalta la importancia de los esfuerzos globales para crear políticas que reduzcan la contaminación del aire. Hacerlo puede reducir la cantidad de accidentes cerebrovasculares y sus consecuencias».
Una limitación del metanálisis fue que la mayoría de los estudios se realizaron en países de ingresos altos, mientras que había datos limitados disponibles de países de ingresos bajos y medianos.
Otra limitación del trabajo, señala a Science Media Centre Francisco Moniche, del Hospital Universitario Virgen del Rocío -Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), «es que se basa en estudios observacionales, por lo que podrían coexistir otras causas para estos hallazgos como es el nivel socioeconómico, acceso al sistema sanitario, dieta, ejercicio, etc. Por otro lado, parece existir un sesgo de publicación de estudios positivos que encuentran la asociación entre contaminación e ictus».
Aun así, asegura, «la gran cantidad de pacientes estudiados de múltiples países y diferentes estudios aporta datos robustos al estudio y a sus conclusiones».
De similar opinión es Víctor Briz, del Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III, para quien este estudio «alerta del riesgo significativo de aparición de accidentes cerebrovasculares tras la exposición reciente (y no solo crónica) a la contaminación atmosférica, y debe ser tenido muy en cuenta a la hora de establecer medidas para frenar la contaminación, especialmente en la ciudades y zonas industriales».