Los edulcorantes artificiales se asocian con mayor riesgo de depresión

Una dieta rica en alimentos ultraprocesados, en particular edulcorantes artificiales, se ha asociado con un mayor riesgo de depresión, según sugieren nuevos datos del Nurses Health Study II (NHS II).[1]

Las enfermeras que consumían más de ocho porciones diarias tenían aproximadamente un 50% más de riesgo de desarrollar depresión que aquellas que consumían cuatro o menos porciones diarias.

Sin embargo, en un análisis secundario, en el que los investigadores intentaron identificar alimentos específicos que pudieran estar asociados con un mayor riesgo, solo los edulcorantes artificiales y las bebidas endulzadas artificialmente se asociaron con un mayor riesgo de depresión.

"Los estudios en animales han demostrado que los edulcorantes artificiales pueden desencadenar la transmisión de determinadas moléculas de señalización en el cerebro que son importantes para el estado de ánimo", dijo a Medscape Noticias Médicas el investigador del estudio, Dr. Andrew T. Chan, maestro en salud pública de la Unidad de Epidemiología Clínica y Traslacional del Massachusetts General Hospital, en Boston, Estados Unidos.

"Dada esta posible asociación entre los alimentos ultraprocesados y múltiples condiciones de salud adversas, siempre que sea posible, las personas pueden desear limitar su consumo de dichos alimentos. Este puede ser un cambio de estilo de vida que podría tener beneficios importantes, particularmente para aquellos que lidian con la salud mental", detalló el Dr. Chan.

El estudio fue publicado en versión electrónica el 20 de septiembre en JAMA Network Open.[1]

Múltiples mecanismos potenciales

Los hallazgos se basan en 31.712 mujeres blancas, en su mayoría no hispanas, que no padecían depresión al inicio del estudio. La edad promedio de las pacientes al inicio del estudio fue de 52 años. Como parte del NHS II, las mujeres proporcionaron información sobre la dieta cada cuatro años mediante cuestionarios validados de frecuencia alimentaria.

En comparación con las mujeres con una ingesta baja de alimentos ultraprocesados, aquellas con una ingesta alta tenían un mayor índice de masa corporal (IMC). Además, eran propensas a fumar y tener diabetes, hipertensión y dislipidemia, y eran menos propensas a hacer ejercicio con regularidad.

Durante el periodo del estudio, hubo 2.122 casos incidentes de depresión, según lo determinado mediante una definición estricta que requería depresión diagnosticada por un médico y el uso regular de antidepresivos. Hubo 4.840 casos incidentes, según se determinó utilizando una definición amplia que requirió diagnóstico clínico o uso de antidepresivos.

En comparación con las mujeres en el quintil más bajo de consumo de alimentos ultraprocesados (menos de cuatro porciones diarias), las del quintil más alto (más de 8,8 porciones diarias) tenían un mayor riesgo de depresión.

Esto se observó tanto para la definición estricta de depresión (hazard ratio [HR]: 1,49; intervalo de confianza [IC] de 95%: 1,26 a 1,76; p < 0,001) como para la amplia (HR: 1,34; IC 95%: 1,20 a 1,50; p < 0,001).

"Los modelos no se alteraron materialmente después de la inclusión de posibles factores de confusión. No observamos asociaciones diferenciales en subgrupos definidos por edad, índice de masa corporal, actividad física o tabaquismo", informaron los investigadores.

 

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