El consumo de alcohol es uno de los principales factores de riesgo de la carga mundial de morbilidad y causa importantes pérdidas de salud.
Sin embargo, varios estudios han intentado demostrar que el alcohol en forma de vino en cantidades leves (hasta 1 vaso/día en los hombres y ½ vaso/día en las mujeres) o moderadas (hasta 2 vasos/día en los hombres y 1 vaso/día en las mujeres) tiene un efecto favorable sobre la mortalidad por causas cardiovasculares y cáncer con un patrón característico de curva en J.
Las personas con un consumo de alcohol de leve a moderado, en comparación con los abstemios de toda la vida, presentan un riesgo significativamente menor de mortalidad por todas las causas (leve: -21 %; moderado: -22 %) y de mortalidad por enfermedades cardiovasculares (leve: -26 %; moderados: -29 %). Por el contrario, se observó que los adultos con un consumo elevado de alcohol, en comparación con los que nunca lo habían consumido, presentaban un riesgo significativamente mayor de mortalidad por todas las causas (+11 %) y por cáncer (+27 %).
Además de la relación con la mortalidad cardiovascular, un gran número de pruebas ha relacionado el consumo de alcohol con los niveles de presión arterial, aunque sigue habiendo incertidumbre sobre el tipo de relación en sujetos con una ingesta menor a 2 bebidas al día.
Dosis y curva en J
El término bebida, o unidad de alcohol, se refiere a un vaso de vino (unos 150 ml), o una lata de cerveza (250 ml), o un chupito de licor (unos 40 ml). Cada una de estas bebidas contiene 12 g de etanol. Por lo tanto, recomendar dosis moderadas de alcohol requiere una reflexión prudente, a pesar de que la relación con la reducción de la mortalidad ha sido confirmada por un metanálisis de 34 estudios prospectivos realizados en hombres y mujeres, con más de 1 millón de sujetos y más de 94.500 muertes.
La curva en J entre el consumo de alcohol y la mortalidad se caracteriza por una reducción inicial de la mortalidad para un mayor consumo de alcohol, alcanzando el nadir y mostrando después un aumento de la mortalidad para dosis más elevadas. El menor riesgo de mortalidad (-19 %) se observó con 6 g/día de alcohol o aproximadamente media bebida al día, pero se observó una menor mortalidad con un consumo de alcohol de hasta 4 bebidas/día en los hombres y de 2 bebidas/día en las mujeres. Las dosis más elevadas de alcohol se asociaron a un aumento de la mortalidad.
Alcohol y presión arterial
Un metanálisis dosis-respuesta de siete estudios longitudinales de cohortes (en Asia y Norteamérica) definió las diferencias promediadas en el tiempo de la presión arterial sistólica y la presión arterial diastólica, trazadas en función del consumo de alcohol al inicio del estudio, en 19.548 participantes durante una mediana de seguimiento de 5,3 años.
Los resultados mostraron una asociación positiva esencialmente lineal entre la ingesta de alcohol al inicio del estudio y los cambios en la presión arterial sistólica y diastólica a lo largo del tiempo, sin indicios de un efecto de umbral de exposición.
La presión arterial sistólica media fue 1,25 y 4,90 mm Hg más alta para un consumo diario de alcohol de 12 o 48 gramos frente a la ausencia de consumo, mientras que las diferencias correspondientes para la presión arterial diastólica fueron de 1,14 y 3,10 mm Hg.
El análisis de la población estratificada por sexo confirmó la asociación casi lineal entre el consumo de alcohol y la presión arterial, pero más pronunciada en los hombres que en las mujeres. Además, en las mujeres la presión arterial diastólica no se asoció directamente con el consumo de alcohol y mostró un patrón en forma de U invertida.
Al analizar los subgrupos por regiones geográficas, se observaron patrones similares a los identificados en el análisis global para los estudios realizados en Asia. En cambio, tras agrupar los estudios realizados en Norteamérica, la asociación entre el consumo de alcohol y la presión arterial sistólica fue positiva y casi lineal, mientras que en el caso de la presión arterial diastólica la linealidad se perdió para el consumo de alcohol hasta 24 g/día, aplanándose para ingestas superiores y tendiendo después a disminuir.
Estos resultados muestran que: el consumo habitual de alcohol al inicio del estudio se asoció positivamente con el cambio en la presión arterial sistólica a lo largo del tiempo tanto en hombres como en mujeres, con un patrón esencialmente lineal, aunque la magnitud del cambio asociado con una pequeña cantidad de alcohol (1 bebida al día) fue bastante pequeña. Además, los resultados del análisis longitudinal sugieren que no existe un umbral por debajo del cual no haya asociación entre el consumo de alcohol y una mayor presión arterial sistólica.
Puntos importantes para la práctica clínica
- El consumo de alcohol debe considerarse un factor de riesgo para el desarrollo de presión arterial sistólica elevada.
- Una ingesta diaria de alcohol de 12 g/día se asoció a una diferencia media correspondiente en la presión arterial sistólica de 1,25 mm Hg en comparación con los no bebedores.
- Esta pequeña variación sobre una base poblacional podría tener un impacto negativo significativo en la morbilidad cardiovascular, en consonancia con lo que ya se ha aprendido de grandes ensayos de intervención, en los que una reducción de la presión arterial sistólica media de 2 mm Hg se asoció a una mortalidad anual inferior en un 6 %, 4 % y 3 % por ictus, cardiopatía coronaria y todas las causas, respectivamente o en los que un nivel de presión arterial sistólica < 1 mm Hg se asoció a 13,5 y 9,0 eventos de cardiopatía coronaria menos por 100.000 personas-año en sujetos afroamericanos y blancos, respectivamente.