Ya 19 años, las investigaciones policiacas no siempre concluyen con la captura del asesino, en algunos casos ni siquiera lo identifican y en otros llega ayuda externa que sirve para ponerle rostro al culpable.
El 21 de septiembre del año 2004, Monclova se levantaba con una terrible noticia: en el hospital Libanés, ubicado en el cruce de la calle Cuauhtémoc y Mina, en el sector El Pueblo, había ocurrido el homicidio de la enfermera Daysi Jacqueline Tabares Niño. El lugar fue acordonado de inmediato y se llevaron a cabo diversas diligencias por parte de servicios periciales de la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado (hoy FGE).
El crimen descubierto por Teresa, la enfermera que llegaba de turno de primera, fue con saña y sobra de antemano describirlo, pero marcó la historia policial de Monclova y la Región Centro de Coahuila.
Se siguieron líneas de investigación en donde todos fueron declarados desde el doctor y el viudo hasta amistades cercanas, familiares e incluso un par de lesbianas que fueron vistas esa noche en el teléfono público del exterior del hospital. El médico forense Ángel Cavazos Gallardo(+) halló en las uñas del cuerpo rastros de cabello y piel como si se hubiera tratado de defender.
Las especulaciones surgieron por parte de los familiares, externaron sus sospechas a las autoridades y al no obtener resultados la indignación creció en importantes sectores de Monclova; El hospital cerró sus puertas, pues tras el homicidio se fue a la quiebra.
Son ya 19 años que la justicia no ha llegado para las familias Tabares Niño y Córdova Tabares: el crimen de Daysi se mantiene impune y en la calle sigue suelto un sangriento asesino.
Investigaciones. Tres años después, el viernes 13 de julio del 2007, Héctor Garza Bernal, ascendido a Supervisor Regional de la Policía Ministerial, me dijo: “Estáte pendiente Nes, traemos algo muy bueno”, estuve insistente para que me revelara de qué se trataba, pero no dio su brazo a torcer y sólo me dio un "mejoralito". La madrugada del sábado 14, un fuerte dispositivo de seguridad rodeó el video bar “Caribe Ozz” ubicado en la calle Venustiano Carranza de la zona centro: ¿La razón?... en el interior se hallaba el principal sospechoso del asesinato de la enfermera: Un trailero llamado Edgar Alvarado “El fresco”.
La investigación se derivó de una llamada telefónica en que lo inculpaban. El domingo 15 de julio del mismo año este declaró a la prensa especializada: “Mi cuñada Rosa Carmen Gaytán es quien se ha empeñado en acusarme de la muerte de esa muchacha, pero ni la conocí, yo andaba en Monterrey”. El lunes 16, el inculpado fue transferido al CERESO bajo el cargo de Homicidio Calificado con Brutal Ferocidad, Ventaja y Traición. Sin embargo, tras seguirse el juicio en su contra en el Juzgado Segundo del Ramo Penal a cargo del entonces Juez Hiradier Huerta Rodríguez, Edgar quedó absuelto y en libertad; la defensa de su abogado, Antonio Liñán Medellín, demostró que no tenía nada que ver además que existían lagunas en el caso, también una de las principales testigos se retractó y ayudó que ambos (occisa e inculpado) no se conocían.
Eso significó un duro revés para la entonces PGJE y acrecentó la indignación e impotencia de la familia de Daysi, así como de Ramón, el viudo, y sus padres. Entonces…¿Quién fue el asesino?
Impune. En la actualidad el caso de la enfermera sigue abierto y no se ha seguido ninguna línea nueva de investigación desde que Garza Bernal y sus agentes Miguel Ángel Treviño Tapia y Mario Zapata Urquieta estuvieron tercos en resolverlo.
“Te imaginas, tanto año y no han abierto el expediente”, lamentó en una entrevista que dio a un servidor la señora Yolanda Niño, madre de Daysi, quien también denunció la falta de ética de algunos “medios informativos”, principalmente digitales para citar irresponsablemente el caso de su hija sin medir el daño que provocan en la familia.
Posiblemente en un futuro surjan nuevos "sabuesos" que desempolven este expediente penal y desentrañen de una vez por todas la tragedia ocurrida hace 19 años y que un servidor la siguió a cada detalle desde el inicio. Quizá esta lectura traiga una nueva opinión a la luz del tiempo, ya que demuestra que las investigaciones policiacas no siempre concluyen con la captura del asesino, que en algunos casos ni siquiera lo identifican y que en otros llega ayuda externa que sirve para ponerle rostro al culpable. Un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, la nota roja o noticia policiaca no es más que el reflejo de la decadencia de lo más bajo de la sociedad, y debemos tener presente lo que ocurre para tomar providencia y no ser nuevas víctimas de hechos repetitivos. Qué agradable sería darle la vuelta a la página y olvidar todo, pero no…Desgraciadamente ahí está plasmado con tinta indeleble.