General Motors y Ford han afirmado que han ofrecido 20% de aumento salarial distribuidos durante el cuatrienio
El diálogo entre los trabajadores en huelga del sector automotriz de Estados Unidos y los gigantes de la industria está en una “fase crítica”, estimó Stellantis, matriz de Chrysler, mientras la presión política aumenta ante un conflicto que podría tener impacto en la economía estadounidense y la mexicana.
Stellantis, General Motors y Ford, los “tres grandes” de Detroit, se ven golpeados desde el primer minuto del viernes por una huelga de alcance limitado por demandas salariales, pero que, según el poderoso sindicato United Auto Workers (UAW), podría extenderse más.
Mientras que los ejecutivos de Stellantis aseguraron que una propuesta para reanudar la jornada laboral en una fábrica inactiva de Illinois fracasó, los negociadores de United Auto Workers y Ford Motor tuvieron “discusiones razonablemente productivas” hacia un nuevo contrato, dijo el sindicato automotríz.
Aunque las negociaciones se realizan con una elevada dosis de secretismo, General Motors y Ford han declarado públicamente que han ofrecido aumentos salariales del 20 por ciento distribuidos durante el cuatrienio.
De momento, solo una décima parte de los trabajadores de las tres empresas están en huelga, unas 13 mil 500 personas.
Siguiendo las instrucciones de UAW, los empleados de las tres plantas de montaje se declararon en huelga desde el viernes: Wentzville, en Misuri, de GM; Toledo, en Ohio, de Stellantis; y Míchigan, en Míchigan, de Ford.
Pero el parón de la producción en estas tres plantas afecta a otras instalaciones que fabrican componentes, por lo que el efecto va más allá de esas tres localidades.
Un informe dado a conocer a mediados de agosto estimó que una huelga de 10 días en GM, Ford y Stellantis tendría un costo de cinco mil millones de dólares.
Este año, las negociaciones se iniciaron en julio, pero el sindicato y los fabricantes no han llegado a un acuerdo. El anterior convenio colectivo expiró a las 23:59 del jueves, por lo que UAW decidió convocar huelgas y presionar a las empresas para forzar un pacto.
UAW pidió alzas salariales de 46 por ciento en un lapso de cuatro años, así como la instauración de nuevas pensiones, la reducción de la jornada laboral a 32 horas y la sindicalización de los trabajadores de las fábricas de producción de baterías.