La clave de su éxito no fue casualidad.
Desde las épocas de El Santo y Blue Demon no existió en México un luchador que moviera a las masas con tal magnitud de paralizar al país entero frente a la televisión como lo hizo el apodado ‘Rey de Plata y Oro’. En el 2004, el Consejo Mundial de Lucha Libre presentó a un joven de complexión delgada y ligera bajo una máscara blanca con vivos dorados. Su nombre: Místico. Nadie imaginó que ese luchador al que los rivales llamaban ‘lagartija parada’ se convirtiera en el tercer ‘Boom’ del pancracio en nuestro país. Sólo él confió en sus habilidades y siempre tuvo claro en su mente que fue la vida quien le dio “esa magia de la lucha libre”.
“Demostré mi potencial siendo el boom de la lucha libre, uní a las clases sociales, después busque ir imponiendo moda en la lucha libre, lo hice muy fuerte, mezclé la música con la lucha libre, con el futbol, entre otras cosas”, comentó Místico .
La clave de su éxito no fue casualidad, el originario de Tepito logró unir las clases sociales en la México Catedral por años, consagró a rudos y técnicos en llenos totales y sobre las calles aledañas al recinto, su secreto y diferenciador con sus compañeros de generación, el hacer todo con pasión y amor por este deporte.