Una nueva investigación ha dado a conocer que los microplásticos afectan el funcionamiento de las membranas celulares y deformarlas.
La investigación fue realizada por la Universidad Rovira i Virgili y fue publicada en la revista científica PNAS.
En la investigación demuestra el mecanismo por el cual los microplásticos, cuando entran en contacto con las membranas de las células, estiran y reducen en gran medida su estabilidad mecánica.
En el trabajo también se descubrió que que estas partículas plásticas pueden desestabilizar mecánicamente las membranas lipídicas al adherirse a ellas y apretarlas.
Una membrana celular se considera semejante a un líquido y se sabe que cualquier efecto mecánico sobre un líquido desaparece con el tiempo, por lo que apenas se había estudiado esta posibilidad de estrés con causa física de las células.
Mediante un modelo teórico, los investigadores identificaron cómo se produce el estiramiento mecánico de las membranas celulares.
Al experimentar sus hallazgos en glóbulos rojos humanos, estos se estiraron, lo que reduce su estabilidad mecánica y puede alterar su buen funcionamiento, como su capacidad para transportar oxígeno.
Los investigadores también descubrieron que las partículas de plástico nunca se mantenían estáticas en las células, sino que se movían constantemente por difusión continua.
Ante estos resultados, los investigadores consideran que esta difusión es la causa del mantenimiento de este efecto mecánico e impide la relajación mecánica de la célula.
"Ha sido un resultado inesperado teniendo en cuenta que es un modelo muy simple", explica Baulin.
Los microplásticos "no son fatales inmediatamente después de su ingestión en organismos vivos", pero "se sabe que pueden oxidar o estresar las células a través de procesos biológicos", señala Fleury.
"Sorprendentemente, sin embargo, observamos que las membranas de las células artificiales y los glóbulos rojos se estiran en presencia de microplásticos", dice.
Esta es una nueva línea de investigación del grupo de Vladimir Baulin dedicada a los mecanismos microscópicos de contaminación en el medio marino.
La URV cuenta desde hace pocos meses con la derivada DeepSea Numerical, que ambiciona crear una red de laboratorios subacuáticos abiertos a investigadores de todo el mundo para salvaguardar la biodiversidad.
Se calcula que, desde los años 50 del pasado siglo, se han vertido a los océanos más de 70 millones de toneladas de microplásticos de entre 0,1 micras y 5 milímetros.
Los contienen infinidad de productos -pasta de dientes, cremas solares y envases, por ejemplo- y acaban ingeridos por organismos acuáticos, terrestres y humanos a través del agua, la comida y el aire.
Las partículas plásticas de un micrómetro están literalmente en todas partes: en los océanos, en el aire, en el Himalaya e incluso en las placentas de las mujeres.