El estrés crónico afecta al sistema inmune

El organismo humano interactúa de manera muy compleja con el ambiente para permitirnos responder a las diferentes situaciones, retos e incluso peligros. Algunos de estos factores pueden llegar a ser estresantes y, por lo tanto, activarán una serie de mecanismos orgánicos con el objetivo de superarlos.

Así, el sistema nervioso interactuará con el sistema endócrino y, a su vez, con el sistema inmune para responder adecuadamente a los estímulos que el cuerpo recibe, de manera que la cantidad de estrés y su duración en el tiempo afectará también a la manera en que nuestro sistema de protección inmunológico participa y responde.

Un sistema interrelacionado

Para entender el tema, la doctora Teresita Prado explicó que el sistema inmune es una red muy amplia de sistemas, células y sustancias que interactúan para defender al organismo de agentes externos y responde a estímulos concretos. Se puede dividir en un sistema humoral y celular; en la parte de las células, están los glóbulos blancos o leucocitos, que son parte de las defensas que se denominan innatas, es decir, las tenemos desde que nacemos, y adquiridas, las que vamos generando con el tiempo.

En la parte humoral, tenemos sustancias circulando en nuestra sangre o presentes en la superficie de diferentes órganos, muchas veces inactivas y que se ponen a funcionar ante diferentes estímulos para producir defensas y anticuerpos contra procesos patológicos en concreto. Entonces, por su interrelación con otros sistemas del organismo, el sistema inmunológico se verá afectado en situaciones de estrés. “Aunque no seamos expertos y no nos dediquemos a la medicina, las repercusiones del estrés en el sistema inmune se pueden observar”, cuando pasamos dificultades personales, por ejemplo, nos enfermamos más, las infecciones dan más fuerte y parece que vienen una tras otra, comunicó Teresita. 

El cuerpo ante el estrés agudo

Según Prado, el cerebro se comunica con nuestros diferentes órganos para alertarnos ante una situación de alarma, como pudiera ser un proceso infeccioso, una situación preocupante. La alerta se puede originar por algo tan trivial como un examen, para permitir al organismo vencer ese agente estresante “esto origina un estrés agudo, en el cual hasta comer se nos olvida, aguantamos el cansancio, aguantamos las desveladas, aguantamos todo, porque nuestros sistemas actúan para defendernos”.

Ante el estrés de un examen, por ejemplo, el sistema nervioso se comunica con el sistema endócrino, para que se envíen diferentes mensajes químicos u hormonales en una cadena que llegará hasta las glándulas suprarrenales, “para que empiecen a secretar sustancias para mantenernos alertas, reactivos y que podamos captar la mayor cantidad de información y que podamos responder de la mejor manera posible al evento adverso”, mencionó Teresita.

Cuando el examen pasa, todo el organismo se calma y regresamos a la normalidad, entonces será posible sentir el cansancio, sentir hambre y todo lo demás que estaba suprimido por la alerta. “Hay una comunicación que indica cuando el proceso acaba, de manera que el organismo puede volver a un estado de paz y de homeostasis normal”.

 

Cuando tenemos una herida, también existe un proceso estresante, y el sistema nervioso indicará que se desarrolle en un tipo específico de glóbulos blancos, “si me caí y me raspé mi rodilla, mi sistema nervioso hace que prolifere mi población de neutrófilos”, estos migrarán al torrente sanguíneo y llegarán al tejido afectado en la rodilla, ingerirán todo el material que se destruyó y a los microorganismos presentes, luego se indicará que lleguen a la herida otras células del sistema inmunológico para que cicatrice la lesión y se avise que el proceso está terminado, de manera que todo en el organismo vuelve a la normalidad, ilustró Prado González.

El mecanismo de respuesta

La neuroinmuendocrinología describe todas las vías mediante las que responde el organismo. Ante un estrés ambiental, el cerebro secreta hormonas. Específicamente en hipotálamo, se segrega la hormona liberadora de corticotropina, la cual estimula a la hipófisis para que libere la hormona adrenocorticotrópica, que a su vez pasa a las glándulas suprarrenales, en donde se producirán diferentes hormonas, como la adrenalina y la noradrenalina, que mantienen al organismo alerta. En las glándulas suprarrenales también se secretan hormonas glucocorticoides, que estimulan a muchísimas células del cuerpo humano y del sistema inmunológico para que puedan responder a los estímulos, hasta que se reciba la señal de paro, una de estás sustancias es el cortisol, la hormona del estrés.

La doctora Prado comenta que la red de comunicación entre las emociones y el sistema nervioso es bidireccional o de ida y vuelta, lo mismo que la comunicación entre sistema nervioso y sistema inmune. Por lo tanto, sentir el estrés afecta al sistema nervioso, que mandará menajes al sistema inmune, pero también el sistema inmune puede inducir estrés para responder ante infecciones. Son diferentes células del sistema inmunológico o factores humorales los que se pueden activar en muchos momentos que pueden denominarse estresantes para el organismo.

Reacciones en el estrés crónico

El estrés originado por lo social o ambiental, sin duda afecta al sistema inmune; y la respuesta positiva o negativa dependerá si se trata de un estrés agudo o de un estrés crónico. “Los mecanismos de defensa están diseñados, evolutivamente, para permitirnos vencer el proceso adverso, pero ciertamente cuando el estrés se hace crónico y no existe un mecanismo de retroalimentación donde diga ‘ok, ya no necesito que me mantengas despierto hasta las tres de la mañana y que esté sin cenar’ y esto se perpetúa, los mismos mecanismos que me generaban protección se van a desregular y esto me generará muchas patologías”, esclareció la inmunóloga.

Todos los procesos estresantes que debieran tener una fin normal, al continuarse a lo largo del tiempo, retroalimentan constantemente al sistema nervioso, endócrino e inmune, repercutiendo en el organismo, la mayoría de las veces de manera negativa: “no está diseñado el sistema para un estrés crónico, que desregula al organismo, pues lo lleva a la sobrexpresión de las sustancias que son buenas para vencer una situación adversa, pero que en mayor cantidad o expresadas a lo largo del tiempo, me van a estar generando problemas”, dijo Teresita.

Efectos del estrés crónico

Diversos estudios revisados por Gómez González B. y Escobar A., en el artículo “Estrés y sistema Inmune”, señalan que la exposición al estrés psicosocial favorece la supresión de sistema inmune, disminuyen la capacidad del cuerpo para luchar contra las infecciones y recuperarse de heridas. Gómez y Escobar también relatan que, en modelos animales sometidos a diversos tipos de estrés, se tienen muchas alteraciones inmunológicas.

La doctora, durante su charla mencionó un experimento con ratones, en el cual se observa que los que están sometidos a estrés no responden de manera eficiente a enfermedades infecciosas. “En especies mucho más simples que la nuestra, donde se emulan factores de estrés, se observan estas repercusiones”, dijo. A su vez, Gómez y Escobar mencionan que en diferentes modelos animales, el estrés prolongado favorece el desarrollo de enfermedades como el cáncer, cuya regulación está mediada por las células naturales asesinas, aquellas del sistema inmune que consumen elementos extraños y células defectuosas en el organismo, y que, en casos de estrés, la actividad disminuye y los tumores crecen.

Los científicos también afirman que ante el estrés se puede favorecer la reactivación de virus en estado de latencia como es el virus de Epstein-Barr, o aumentar la afectación y desarrollo de virus como el del herpes simple y el virus de inmunodeficiencia adquirida. La doctora Teresa refiere que esto también ocurre en el ser humano, y que otro ejemplo muy visible se da cuando en casos de estrés grave se reactiva la infección del virus de la varicela, pero que en adultos se presenta como herpes zóster.

En el artículo “Estrés y sistema inmune”, diversos experimentos también han encontrado que el efecto de las hormonas del estrés favorecen la aparición y progresión de enfermedades autoinmunes e inflamatorias crónicas.

Detener las formas de estrés

La doctora mencionó que es muy importante frenar el proceso de estrés “para que el estímulo no sea crónico y las mismas sustancias que me ayudaban no se estén perpetuando en el organismo, porque no lo vamos a aguantar”. En este sentido, se puede recurrir a terapias psicológicas o solicitar apoyo médico con el psiquiatra, para que nos proporcione algún medicamento específico para nosotros;en el caso de los cuidadores, tomar relevos y descansos en las actividades de cuidados, por ejemplo, y así en diversas actividades que generan estrés.

La doctora aclaró que no podemos simplificar la biología y creer que todas las enfermedades mencionadas son causadas solamente por el estrés o por factores emocionales, pues hay otros factores implicados que también influyen, como la genética, que es un factor importante en la aparición de enfermedades crónicas, en la respuesta a infecciones o la generación de alergias, por ejemplo.

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