La percepción pública de la enfermedad lo es todo. Ahora se hace referencia a los "diabéticos" como "personas con diabetes"; una "persona obesa" es ahora un "individuo con obesidad".
Pero ¿cuál es la definición de obesidad? ¿Se refiere a una enfermedad o a un factor de riesgo? ¿Y está el término tan cargado de negatividad, culpa y sesgo que la única solución es desecharlo y cambiarle el nombre por completo? La sociedad (y la medicina) han cambiado significativamente desde que se adoptó la palabra del latin obesitas allá por el siglo XVII.
A pesar de tanto depender de la palabra obesidad, es notable que la etiqueta persista mientras que los conceptos que la sustentan han evolucionado significativamente. Entonces, ¿tal vez se trata más de encontrar la opción menos mala en lugar de perseguir la imposibilidad de una solución que se adapte a todos?
Este es precisamente el desafío al que se enfrenta la Comisión para la Definición y Diagnóstico de Obesidad Clínica de Lancet Diabetes & Endocrinology, que publicará sus hallazgos iniciales el próximo otoño.
El grupo de trabajo global cuenta con 60 líderes en el manejo clínico de la obesidad, incluidos representantes con experiencias vividas de obesidad. Al frente del proyecto está el Dr. Francesco Rubino, presidente de cirugía bariátrica y metabólica del King's College London, Londres, Inglaterra.
"Renombrar la obesidad es muy importante", afirmó el Dr. Rubino. "La palabra está tan estigmatizada, con tantos malentendidos y percepciones erróneas, que algunos podrían decir que la única solución es cambiar el nombre".
Una posibilidad para un nuevo nombre, presentada por la Asociación Estadounidense de Endocrinólogos Clínicos (ahora Endocrinology) y el Colegio Estadounidense de Endocrinología en 2016, sugiere enmarcar la enfermedad en la característica central de la adiposidad y se denominó enfermedad crónica basada en la adiposidad.
El Dr. Rubino da la bienvenida a "enfermedad crónica basada en la adiposidad" pero tiene algunas reservas. "Es bueno desde un punto de vista fisiológico, pero el problema es que se dirige a científicos y profesionales médicos. No sé cuánto atraerá al público en general. 'enfermedad crónica basada en la adiposidad' todavía no nos dice cuál es la enfermedad".
Agregó que la propuesta de la Comisión Lancet es más bien llamarla "obesidad clínica". "La 'obesidad' en sí misma no transmite necesariamente el mensaje de que tiene una enfermedad", observó. "Es similar a la diferencia del significado entre depresión y depresión clínica, que comunican dos cosas diferentes".
Pero más que cualquier cambio de nombre, el trasfondo implica una mayor aclaración de la definición y el diagnóstico de la obesidad. En 1997, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoció como una enfermedad crónica; en 2013, la Asociación Médica Estadounidense (AMA) hizo lo mismo y agregó que ameritaba atención médica, mientras que la Comisión Europea tardó hasta 2021 en definir la obesidad como una "enfermedad crónica recurrente, que a su vez actúa como puerta de entrada a una variedad de otras enfermedades no transmisibles".
Sin embargo, 25 años después de su reconocimiento inicial como una enfermedad, el concepto todavía está plagado de negatividad, ya sea abierta o inconscientemente. Tal estigma denigra a las personas con sobrepeso y a las que padecen obesidad como "flojas, descuidadas, poco inteligentes y poco atractivas".
El Dr. Rubino explicó que primero es importante establecer y definir los componentes y características esenciales de la enfermedad de la obesidad. Esto es clave para mejorar el acceso a la atención clínica, reducir la culpa personal y fomentar un entorno de investigación más favorable para ayudar a informar la toma de decisiones tanto clínicas como políticas.
"Esta es la pregunta que está al centro de nuestra comisión. Tenemos un problema con su definición actual y la forma en que la medimos no nos permite definir con precisión un estado de enfermedad como obesidad", explicó.
Las etiquetas dan forma a las percepciones públicas de la enfermedad; el término obesidad personifica esto
Otra experta que defendió la necesidad de un nombre que refleje mejor la definición, cualquiera que sea, es Margaret Steele, Ph. D., Escuela de Salud Pública Universidad de Cork, Irlanda, quien, según la página web de su universidad, tiene un interés especial en "La 'gordura' como fenómeno cultural, social y político".
Ella cree que las etiquetas, incluida la "obesidad", tienen un papel fundamental en la configuración de las percepciones públicas. En nuestra era digital, rica en información, los límites de la medicina y la sociedad se superponen, y la percepción pública da forma a las decisiones de naturaleza médica como nunca. Pero con esto viene la controversia y la división: el manejo de la obesidad es un ejemplo de ello.
Específicamente, la palabra obesidad se asocia demasiado con connotaciones negativas, dice, y, por lo tanto, agradece el diálogo sobre redefinirla y cambiarle el nombre. A pesar del apoyo general para un nombre y una definición que refleje la adiposidad, debido a su papel fisiológico central en las complicaciones de la obesidad, Steele considera que los "efectos sobre el tejido adiposo no reflejan los problemas cerebrales y el entorno alimentario", y quiere ver más atención a esto.
Refiriéndose a la mayoría de las sociedades occidentalizadas, describió cómo las personas que crecieron en tiempos de escasez de alimentos, antes de que los alimentos procesados estuvieran ampliamente disponibles, tienen un perfil de gusto diferente al de aquellos que crecieron después. "Al crecer en las décadas de 1940 y 1950 en Irlanda, la gente recuerda haber recibido una naranja como regalo en Navidad, porque la idea de que podías tener comida durante todo el año, cualquier fruta y verdura que quisieras, cuando las quisieras, simplemente no estaba allí".
En comparación, los cambios sociales que llevaron a una mayor presión financiera y de tiempo en décadas posteriores significaron que los alimentos procesados, rápidos, altos en grasa y azúcar se volvieron más deseables, señala. "La mayoría de los niños pequeños ahora reconocen el nombre de la empresa, e incluso la marca específica de comida rápida [que les gusta], antes de saber el alfabeto".
El entorno actual ha cultivado "una reacción física muy diferente a los alimentos, tal vez un tipo diferente de respuesta emocional", cree, lo que destaca la estrecha relación entre la obesidad, la sociedad, la salud mental y las opciones alimentarias.
Steele quiere promover una conversación sobre el término utilizado para referirse a las personas, descritas convencionalmente como "obesas" o mediante la palabra obesidad. "Estamos pensando en términos de apetito crónico, ingesta crónica de alimentos o desregulación de la ingesta dietética".
Cambiar la terminología médica cuando se ha vuelto inútil o dañina no es nuevo, argumentó junto con su coautor, el Dr. Francis Finucane, endocrinólogo de los hospitales Universitarios Galway, Irlanda, en un artículo reciente sobre el tema.
"En el siglo XX, los términos 'débil mental' e 'imbécil' se usaron de manera peyorativa en la cultura más amplia y se eliminaron del uso médico", señaló Steele. Agregó que cambiar el término obesidad puede facilitar la consecución de los objetivos estratégicos de la medicina clínica "sin generar controversias innecesarias con quienes, dados sus propios objetivos y contextos, entienden el índice de masa corporal o el peso corporal de una manera radicalmente diferente".
Obesidad: ¿enfermedad, factor de riesgo o ambos?
El Dr. Rubino destacó que antes de cualquier cambio de nombre, es necesario establecer y definir los componentes y características esenciales de la enfermedad de la obesidad. "Esta pregunta está en el centro de nuestra Comisión, y no es una conversación fácil". Explicó, además, que la lucha con la definición actual de obesidad y la forma en que se concibe se centra en gran medida en que todavía se considera un factor de riesgo para otra cosa.
La enfermedad se caracteriza por tres factores, indicó el Dr. Rubino. Estos comprenden el fenómeno de tener una causa patógena, lo que lleva a alteraciones fisiopatológicas (de los órganos), provocando manifestaciones clínicas.
Agrega que la obesidad actualmente se describe por lo que puede causar, por ejemplo, diabetes de tipo 2, cáncer o hipertensión. "Cada uno de estos padecimientos tiene sus propias manifestaciones clínicas, pero la obesidad no. [Como enfermedad], no tenemos una definición de las manifestaciones clínicas de la obesidad además del exceso de adiposidad".
"Si usamos el índice de masa corporal, este no predice un exceso de adiposidad, ni determina una enfermedad aquí y ahora. No hay enfermedad sin la manifestación clínica y sin la percepción del paciente de que es una enfermedad", explicó el Dr. Rubino, señalando que la Comisión Lancet está llenando este hueco en el conocimiento al preguntar: "Si la obesidad es una enfermedad, entonces, ¿cómo se ve?".