Uno de cada dos embarazos en el mundo no son planeados y la mayoría de esas gestaciones no buscadas terminan en abortos, según un informe realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés).
El reporte, titulado “Visibilizar lo invisible”, señala que cada año se producen 121 millones de embarazos no intencionales, lo que equivale a más de 330.000 por día (esto, según cifras recogidas entre 2015 y 2019).
La mayoría de esos embarazos no son deseados: el 61% son interrumpidos.
Según la ONU, el 45% de todos los abortos que se realizan son inseguros y el organismo estima que debido a ello estas prácticas son responsables de entre el 5% y el 13% de todas las muertes maternas registradas.
Es por ello que el informe, publicado en 2022, considera que el gran número de embarazos no intencionales representa “una emergencia de salud pública”.
Es uno de los motivos por los que llamamos al reporte “Visibilizar lo invisible”. Hasta hace poco no existían los datos de estimaciones a nivel de países sobre la incidencia de embarazos no intencionales. Solo ahora conocemos las tasas.
Como sociedad, se asume que las mujeres quieren tener hijos y si verdaderamente lo desean o no, no importa. La sociedad espera que las mujeres se conviertan en madres.
Entonces uno de los motivos por el que este es un tema tan nuevo es que, hasta ahora, a la mayoría de las mujeres simplemente no se les preguntaba sobre sus intenciones y sobre qué quieren para sus cuerpos y para su futuro.
¿Por qué afirman que este es un problema de toda la sociedad y no solo de las mujeres afectadas?
En general este tema es visto desde una perspectiva moral: una mujer tomó malas decisiones, quedó embarazada y deberá hacerse cargo. O es una situación triste: la mujer fue violada y quedó embarazada, ¡qué mal, pobre!
Cuando lanzamos el informe también algunos decían que se trataba de un tema de responsabilidad personal.
Pero este trabajo busca mostrar que, en realidad, hay condiciones que llevan a que haya embarazos no intencionales.
Vemos que en los lugares donde las mujeres no tienen el poder de decidir si quieren quedar embarazadas o no, tiende a haber peores niveles de equidad de género y de desarrollo. Son temas interrelacionados.
A nivel global, vemos que las condiciones que llevan a mujeres y niñas a quedar embarazadas sin elegirlo son cosas como la exposición a la violencia sexual, las barreras al acceso a la educación, barreras al empoderamiento económico, la falta de servicios de salud que no las juzguen e información sobre su salud reproductiva.
De modo que tenemos que quitar parte de la culpa de las mujeres y ponerlo en el contexto. No podemos seguir pensando que esto es simplemente un tema de mujeres que toman malas decisiones.
El reporte también resalta que estos embarazos no planeados tienen un impacto económico y en los sistemas de salud
Absolutamente. Estudios realizados en Estados Unidos y en Brasil indican que el costo para los sistemas de salud en esos países alcanza los miles de millones de dólares.
Una mujer que atraviesa un embarazo no intencional tendrá costos de salud materna, costos si ese embarazo se complica, gastos relacionados con el nacimiento. También tendrá una tasa más alta de mortalidad materna.