Ordenar nuestro hogar no solo es una cuestión estética, sino también mental. Se suele tener la idea de que si una persona es ordenada, posee mayor eficiencia, pierde menos tiempo; en cambio si no lo es, el desorden suele expandirse a toda su vida.
Esta idea, que bien podría ser una mera creencia, tiene su verdad científica: varias investigaciones han demostrado que reducir el desorden minimiza las distracciones, mejora nuestra concentración, promueve mayor control, lo que puede aliviar el estrés y brinda una reconfortante sensación de bienestar. La “frescura” mental que proviene de la limpieza y el orden es una clara evidencia del vínculo entre existe entre el entorno físico y la función cognitiva.
Por otro lado, también hay varios estudios que relacionan el desorden con síntomas de depresión, cansancio, hasta con una mala alimentación.
Un estudio de 2016 publicado en Environment and Behavior investigó cómo una cocina sucia y caótica hace que algunas personas tomen malas decisiones alimentarias. Específicamente, el estudio encontró que cuando las personas no sentían control sobre el desorden en su cocina, comían más galletitas saladas que cuando ese espacio estaba limpio y ordenado.
¿Cómo influye el desorden en nuestra mente?
El licenciado en psicología Alexis Alderete, especialista en trastornos de ansiedad y Entrenamiento en Habilidades, Fundación Foro, explicó a Infobae que el desorden puede crear en las personas la sensación de caos y de falta de control. “La desorganización puede dificultar la realización de tareas cotidianas, lo que lleva a la frustración y que uno se sienta sobrepasado por las actividades que tiene que realizar. Observar la desorganización desde el comienzo del día puede incluso llevar a tener una mala alimentación y tener elecciones poco saludables para la salud en general”, observó el psicólogo.
Desde el punto de vista de la neurociencia, el doctor Claudio G. Waisburg, MN98128, médico neurocientífico, speaker, director del Instituto SOMA, comentó a Infobae: “Es evidente que el desorden puede tener un profundo impacto en nuestra mente y emociones
Existen explicaciones detrás de por qué se produce: “La teoría de la carga cognitiva sugiere que cuando estamos rodeados de desorden nuestros cerebros deben trabajar más para procesar la información y tomar decisiones. La presencia de objetos desordenados o estímulos visuales irrelevantes puede fragmentar nuestra atención y reducir nuestra capacidad para enfocarnos en tareas importantes, esto puede llevar a una menor eficiencia en el procesamiento de información y a una mayor fatiga mental”, comentó Waisburg.
Además, el licenciado Alderete indicó que el desorden puede generar estrés: “Un entorno desordenado puede desbordar a las personas por la intensa cantidad de cosas que deben hacer en su vida diaria y a eso sumarle el tener que estar ordenando siempre su espacio físico, lo que produce ansiedad y dificultades para concentrarse”.
Y agregó: “Las distracciones visuales y mentales pueden afectar negativamente la productividad, ya que hace más difícil completar las tareas de forma eficiente. Un entorno desorganizado entorpece la búsqueda de los objetos o materiales necesarios para realizar una tarea, lo que lleva a la pérdida de tiempo y a la frustración”.
Por su parte, Waisburg explicó que el estrés crónico y los niveles elevados de cortisol pueden afectar negativamente la salud mental y física, “porque el entorno desordenado actúa como un constante estímulo estresante que contribuye a la activación continua de la respuesta de lucha o huida en el cuerpo”.