El desmayo repentino es una experiencia desagradable y desconcertante que puede afectar a cualquier persona en cualquier momento. Aunque la mayoría de los desmayos repentinos son inofensivos, hay ciertos grupos de personas que corren más riesgo y deben buscar atención médica inmediata.
La causa más común de los desmayos repentinos es una caída temporal en el flujo de sangre al cerebro. Esto puede deberse a una variedad de factores, como un reflejo neurovegetativo, una caída en la presión arterial, una arritmia o una enfermedad cardíaca.
Los síntomas premonitorios del desmayo repentino pueden incluir sensación de mareo, visión borrosa, malestar, sudoración, palidez y debilidad.
Si experimenta alguno de estos síntomas, es importante que busque un lugar seguro para sentarse o acostarse y evite hacer actividades que requieran mucho esfuerzo físico.
Los sujetos de mayor riesgo son los ancianos, los enfermos del corazón y los niños. Si pertenece a uno de estos grupos o experimenta desmayos repentinos que nunca van precedidos de síntomas premonitorios, es importante buscar atención médica inmediata para descartar posibles complicaciones.
Para prevenir los desmayos repentinos, se recomienda llevar una dieta saludable y equilibrada, hacer ejercicio regularmente, evitar el consumo excesivo de alcohol y drogas, y controlar cualquier condición médica preexistente.
Si experimenta miedo a desmayarse, existen técnicas que pueden ayudarlo a manejar la situación. Sentarse, cruzar las piernas o juntar las manos o sujetar un objeto son algunas de las técnicas que se pueden utilizar para evitar desmayos repentinos en situaciones de estrés o ansiedad.