En el amanecer del año 1900, el médico y biólogo visionario Karl Landsteiner, inmerso en el mundo de la investigación médica, dio paso a un hito científico que revolucionaría la forma en que entendemos la compatibilidad sanguínea.
Sus incansables experimentos, que consistían en la mezcla de sangre entre distintos individuos, revelaron un fenómeno intrigante: ciertas mezclas resultaban armoniosas, mientras que otras desencadenaban reacciones adversas.
No obstante, fue una fecha crucial en la historia médica, el año 1940, cuando emergió a la luz un nuevo conjunto de antígenos conocidos como factores Rhesus, o simplemente factor Rh.
Estos descubrimientos se desvelaron gracias a experimentos meticulosos realizados con simios macacos Rhesus, estableciendo un puente esencial entre la investigación y la aplicación clínica.
La clasificación de los individuos en Rh positivos y Rh negativos adquirió un significado profundo: aquellos que poseían el factor Rh eran agrupados como Rh positivos, en contraste con aquellos carentes de este factor, catalogados como Rh negativos.
Así, surgieron los ocho grupos sanguíneos A+, A-, B+, B-, AB+, AB-, O+ y O-, cada uno portando consigo una gama única de implicaciones médicas. Cabe mencionar que existe otro tipo de sangre pero es extremadamente rara, sólo se han registraro 50 casos en el mundo, se le conoce como 'sangre dorada'.
La importancia de que todos conozcamos nuestro tipo de sangre tiene que ver en caso de necesitar una donación o por el contrario donar.
La Cruz Roja Americana asegura que el tipo de sangre O negativo es el tipo universal al pider donar glóbulos rojos a cualquier persona. Mientras el grupo sanguíneo AB positivo es el donante universal de plasma.
Los avances de Landsteiner y sus sucesores han brindado a la humanidad una comprensión más profunda de nuestra propia biología, reforzando la colaboración entre ciencia y medicina en la búsqueda incesante de mejorar la calidad de vida de las personas en todo el mundo.