Investigadores de la IBERO explican las implicaciones del fenómeno 'El Niño'.
Luego de siete años, este 2023 el mundo vuelve a vivir un ciclo más del fenómeno meteorológico conocido como El Niño, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) prevé que “aumentará considerablemente la probabilidad de que se batan récords de temperatura y que se desencadene un calor más extremo en muchas partes del mundo y en el océano”.
El ciclo denominado Oscilación Meridional de el Niño (ENOS), no ocurre cada año, sino que es irregular y se produce cada de dos a siete años, y se compone por dos fenómenos que se alternan: el Niño y la Niña. Se origina cuando las aguas de la superficie del Pacífico Ecuatorial se vuelven más calientes de lo normal; sus efectos pueden ocasionar inundaciones, sequías y hasta incendios forestales, así como deslizamientos y afectaciones en las cosechas.
Temperaturas. De acuerdo a los investigadores del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la IBERO Ciudad de México, José Alberto Lara Pulido y Juan Manuel Núñez Hernández, en México, por ejemplo, la más reciente ola de calor de junio pasado, con temperaturas que llegaron a hasta 49° Celsius en algunas entidades del país, tuvo que ver con El Niño, así lo explicó Lara Pulido, también Director del Centrus."Su aparición causó falta de viento y cuando no hay viento, las masas de temperatura, el calor, se queda ahí, cuando hay viento, es como un ventilador que disipa el calor y reduce las temperaturas.
Fenómeno. Particularmente en México, las altas temperaturas provocaron un domo de calor, que se produce cuando las altas presiones atmosféricas empujan el aire caliente hacia abajo, evitando que suba atrapándolo en una región concreta". Además, la falta de viento afecta otro fenómeno complejo: cada año, principalmente en verano, nubes de polvo proveniente del Desierto del Sahara en África son arrastradas hasta América del Sur, donde sus nutrientes fertilizan la selva del Amazonas en Brasil. De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), cada año, más de 100 millones de toneladas de polvo sahariano llegan a América.