En 2010, los hijos de Will Smith, Jaden y Willow, se convirtieron en preadolescentes famosos y prometedores en Hollywood. Jaden debutó como actor principal en el remake de Karate Kid, mientras que Willow alcanzó la fama con su canción "Whip My Hair", llevándose a casa un disco de platino. En aquel entonces, Will Smith estaba decidido a convertirlos en celebridades a toda costa, pero ahora, 13 años después, se arrepiente de esa decisión.
En una conversación con Kevin Hart, Will Smith admite que trató de construir el sueño de la familia que tenía en mente, influenciado por el deseo de superar su propio pasado y ser un mejor padre que su propio progenitor, quien fue abusador. Sin embargo, se dio cuenta de que estaba actuando más como un manager que como un padre, y eso afectó negativamente a la felicidad y la unión familiar. "Nadie era feliz en mi familia. Nadie quería ser el miembro de un pelotón", recuerda Smith.
El actor reflexiona sobre cómo creía que el éxito y el dinero traerían la felicidad, pero se dio cuenta de que acumular cosas materiales no era sinónimo de bienestar emocional. El fracaso de la película "After Earth" también fue un golpe para él, y comenzó a leer sobre psicología y su relación con la felicidad humana.
Will Smith admite que nunca fue infeliz, pero reconoce que su manera de dirigir a las personas a su alrededor dejaba un rastro de descontento. A través de esta experiencia, ha aprendido a valorar más la felicidad y el bienestar de su familia por encima de la fama y el éxito en el mundo del espectáculo.