Sin embargo, también se alertan algunos efectos secundarios que incluyen problemas digestivos como diarrea, náuseas o vómitos; si es tópica puede generar picazón o ardor.
La clorofila está presente en verduras de color verde oscuro como la rúcula, espinaca, perejil, brócoli, alfalfa o los espárragos, aunque en tiendas naturistas se vende como suplemento alimenticio en presentaciones líquidas o en polvo que se disuelve en agua y se lleva mejor con las comidas.
Su función en las plantas es darles ese color saludable, ya que es un tipo de fitoquímico que les da sus pigmentos; además de que aportan vitaminas, antioxidantes, nutrientes y propiedades terapéuticas.
De acuerdo con Eating Well es crucial para la fotosíntesis, en donde la energía solar convierte el dióxido de carbono y el agua en alimento. La Oregon State University recomienda en promedio una dosis entre los 100 y los 300 miligramos por día.
Estudios pilotos la relacionan como un proyector del acné y los poros dilatados, así como protege la piel dañada por el sol por su agente desbridador, lo que la hace apta en las quemaduras. Por estas razones, al ayudar a mejorar su textura, es buena en el proceso de envejecimiento saludable.
Se ha probado en animales para reducir el riesgo de las células de crecimiento de cáncer de páncreas, tumores hepáticos y estomacales. En humanos puede limitar la aflatoxina y se vincula contra el cáncer de colon.