Tarantino tuvo un plazo ajustado de solo un mes para conseguir al actor adecuado para el personaje de Aldo Raine en su película "Bastardos sin Gloria". Si no lograba encontrar al actor, todo el proyecto tendría que retrasarse. Su elección ideal era Brad Pitt, pero el director asumió que sería difícil conseguir a una estrella tan reconocida y ocupada.
Sin embargo, para sorpresa de Tarantino, Brad Pitt tenía un enfoque diferente al de otras estrellas de cine. Aunque estaba involucrado en varios proyectos, Brad siempre procuraba espaciarlos para tener la posibilidad de aceptar oportunidades únicas. Trabajar con Tarantino era una oportunidad que no podía dejar pasar. Después de reunirse en la villa francesa de Pitt, ambos compartieron historias y botellas de vino durante toda la noche. Al día siguiente, Brad se despertó como el nuevo protagonista de la película.
Brad Pitt resultó ser la elección perfecta para el papel, ya que llegó a los ensayos y al rodaje completamente preparado. Había estudiado películas y hechos históricos de la Segunda Guerra Mundial en detalle, lo que permitió a Tarantino concentrarse en la narrativa de la película sin preocuparse por la actuación de su estrella.
El éxito de esta película fue posible gracias al redescubrimiento del poder de Tarantino como director, lo que le permitió acercarse a la independencia creativa que había tenido en sus inicios. El apoyo de la productora de Harvey Weinstein le dio la libertad de esperar hasta que todo estuviera a su gusto antes de comenzar el rodaje, permitiéndole vivir la vida de un artista.